La Reserva Federal elevó, tal como lo descontaban los mercados, la tasa de interés de referencia, que queda ahora en el 2.25%, al tiempo que dejó la puerta abierta para un nuevo incremento (el cuarto en el año) en la reunión de diciembre.
El anuncio no fue sorpresivo, y el presidente de la Fed, Jerome Powell, se mostró en parte moderado en el discurso posterior al comunicado. El funcionario habló de una inflación bajo control, un mercado laboral que obtuvo buenas ganancias en los últimos tiempos, y dejó entrever que en 2019 habrá otros tres incrementos de tipos, por lo que finalizaría tal período con una tasa cercana al 3.25%.
Consultado acerca de la eliminación de la palabra “acomodaticia” en el comunicado, término que acompañaba siempre en los textos oficiales al aludir a la política monetaria de la entidad, Powell dijo que dicho cambio obedece a que la marcha del plan propuesto es la correcta, si bien no había sido del todo bien interpretada por los mercados apenas se dio a conocer el anuncio.
El dólar reaccionó a la baja en una primera instancia, para ganar posiciones en forma modesta en varios frentes con el paso de las horas. Pero ni las monedas europeas ni las materias primas cedieron en gran forma, y solo las acciones en Nueva York perdieron terreno de manera más clara.
Probablemente, lo previsible de las medidas hizo que el dólar no lograra sacar ventaja en forma decisiva, aún cuando la Fed anunció posteriormente que seguirá reduciendo el balance en forma continua, algo también bastante lógico, y que apuntaría a una restricción cuantitativa para el futuro.
En este entorno, se inicia la última parte de la semana, con la revisión final del PBI de Estados Unidos del segundo trimestre, a las 8:30 del este, junto con las peticiones semanales de subsidio por desempleo. Este último dato viene batiendo récords mínimos de casi 50 años en los últimos períodos, lo cual refuerza la visión de la Fed respecto al mercado laboral.
En cuanto al PBI, se espera un crecimiento del 4.2%, cifra más que positiva, y que pone de manifiesto el buen resultado de las políticas del gobierno de Donald Trump. Claro, la carrera terminó, pero mientras tanto, el dato podría darle un impulso adicional al dólar, aún cuando esta segunda revisión no suele tener un fuerte impacto en los precios.
En otro orden, la cuestión del Brexit ha ingresado en una etapa tan decisiva como confusa. La líder británica Theresa May insiste en que un no acuerdo será mejor que un mal acuerdo, al tiempo que el problema de la frontera con Irlanda sigue ahí, firme, sin una solución a la vista. Del lado de la UE temen que si la frontera sigue abierta, los británicos exporten al continente a través de Irlanda del Norte, pasando por la República de Irlanda.
Las próximas semanas serán complejas. May debe presentar una propuesta para la cumbre de la UE a mediados de octubre, y por ahora no se vislumbran ideas claras. Tal vez, porque es imposible encontrar una salida que conforme a todos. La única, en todo caso, sería llamar a elecciones, que gane la oposición (escenario probable) y que esta llame a un nuevo referéndum, que dejaría sin efecto lo actuado, que en realidad es muy poco en los hechos, y apague el incendio que han creado ambas partes.
La libra literalmente baila el ritmo de la ineptitud de los funcionarios actuantes, y por ello no extraña ver un día el precio por encima de 1.3300, y al otro cayendo cerca de 1.3000. Esas brechas son difíciles de digerir para los operadores, y la libra en verdad no es el mejor negocio para invertir en estos días. Esto, hasta que el panorama se aclare, y otra vez se dirija a 1.5000.
Nos espera una sesión americana con buen ritmo, con pocas noticias que provoquen cambios de tendencia, y con un dólar que desde ahora tiene bastante para ganar.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
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