Una devaluación de grandes proporciones del peso argentino, que se vino gestando durante meses, pero que terminó por explotar en esta última semana de agosto, marcó el ritmo del mercado de divisas el jueves, abriendo a la vez un panorama incierto para el viernes.
Argentina, cuya moneda, el peso, sufrió en innumerables oportunidades las crisis en diversas latitudes, o las peleas entre potencias, fue esta vez la protagonista de una jornada difícil para todos los países emergentes.
En tanto, las monedas líderes se movieron a otro ritmo, cediendo posiciones ante el dólar, aunque en menor medida, y siguiendo paso a paso lo que sucedió en Sudamérica.
La caída del peso puede interpretarse desde distintos ángulos, algunos políticos, con errores del gobierno actual y una verdadera bomba que le dejó el gobierno anterior; también, desde un punto de vista algo más global, dado que cada crisis, grande o pequeña, tanto en países en desarrollo como desarrollados, ha impactado en el peso en forma violenta.
Pero hay una interpretación que es difícil de digerir, o directamente de entender para una sociedad castigada por gobiernos de distinto pelaje pero de igual ineptitud: una inflación galopante, descontrolada, que desde 2007 acumuló aproximadamente un 1400%, y que el tipo de cambio dólar/peso, no llegó a absorber, por intervenciones del gobierno de turno.
Lo cierto es que, desde que en la apertura anual, con una cotización de 18.25 pesos por dólar, se elevó hasta más de 41 pesos el jueves, luego de varias alzas de la moneda estadounidense que se acentuaron desde la crisis iniciada en abril pasado. Lo que resulta difícil de comprender, es que pese a este movimiento alcista, el dólar solo logró recuperar la totalidad de su pérdida con una inflación como la mencionada. Solo la superación de 44 pesos por dólar sería un disparador para un rally que, además de provocar complicaciones financieras, pondría en riesgo la gobernabilidad de las autoridades actuales.
La caída del peso se hizo sentir en otras monedas de la región, como el real brasileño, el peso colombiano, y también el peso mexicano, cuya baja de todas formas es más moderada, habida cuenta del acuerdo anunciado entre Estados Unidos y México, que le dio soporte al peso.
Este viernes puede ser un día clave para el NAFTA, pero del lado de Canadá. El gobierno de Trump le dio plazo hasta esta fecha a los canadienses para acogerse al acuerdo comercial, lo cual generó una caída del Loonie. No son horas fáciles para el dólar canadiense, que creció y cayó en igual medida ante los anuncios de México, y ahora con la incertidumbre que le pone este plazo perentorio.
Por lo demás, el calendario en el fin de mes será modesto, con datos que en principio no serán de alto impacto en los precios. El índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan puede concitar la atención de los mercados, aunque en forma moderada.
Lo que es claro es que, más allá del cierre de este viernes, tanto el euro como la libra Esterlina y el franco suizo salvaron sobre el final un mes que parecía catastrófico. Los respectivos mínimos anuales de estas divisas parecen lejanos, aunque se ubican a pocos centavos de ellos. Sin embargo, el cierre del mes, con un euro transitando la zona de 1.1600 con comodidad, y la libra cerca de 1.3000, ponen en duda que sus respectivas caídas se estiren a septiembre con la virulencia del mes que se va.
Septiembre traerá el tercer aumento de tipos de interés de la Fed, y allí reside el principal atractivo del mes. Pero para ello falta aún, y mucho puede pasar antes. Por ahora, será mejor concentrarse en este viernes, que como de costumbre, ofrecerá sus mejores oportunidades hasta el mediodía de Nueva York.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, y un muy buen fin de semana y de mes. Nos reencontramos el próximo lunes, ya en el mes de septiembre.
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