Ya no es ni siquiera noticia que Trump amenace con imponer nuevos aranceles a China (en esta ocasión un 10% a productos por valor de 200.000 millones de dólares) ni que los asiáticos le respondan que actuarán con rotundidad y firmeza. Trump ya implementó la semana pasada aranceles del 25% a 1.300 productos chinos por valor de 50.000 millones y el gigante asiático respondió con nuevos impuestos.
Los inversores están pensando una cosa que ya les comenté hace meses, concretamente si no estamos ante un farol del mandamás norteamericano para obtener réditos. Y es que como les dije, esta es la forma de negociar del inquilino de la Casa Blanca, primero comunica lo que quiere y si la otra parte no accede se lanza con un órdago o amenaza de gran calado con el objetivo de que los otros se amilanen y cedan a sus propuestas.
Este procedimiento es el que ha llevado a cabo con México y Canadá en las negociaciones del acuerdo NAFTA. Al no lograr lo que quería, amenazó con salirse del tratado, las otras partes finalmente accedieron a sentarse y renegociar los términos del acuerdo.
Pues bien, el tema del proteccionismo y los aranceles es más de lo mismo, lo que sucede es que hasta la fecha China, lejos de plegarse a las exigencias de Trump, ha respondido con la misma dureza.
Las consecuencias en los mercados no se han dejado de hacerse notar. La tensión comercial ha provocado un menor apetito por los activos de riesgo en detrimento de la deuda y activos defensivos como el yen japonés, franco suizo que deberían de salir beneficiados.
Pero evidentemente, cuando hablamos de un problema global, las consecuencias económicas y bursátiles afectan a todos los mercados y no sólo a la renta variable de China. El Nikkei de Japón lo acusó, el Shanghai Composite llegó a ir cayendo en una sesión incluso un 5%, el índice MSCI Asia-Pacific Index cayó hasta mínimos de cuatro meses. Concretamente, en Asia fueron lastradas compañías mineras, compañías de la construcción, compañías netamente exportadoras.
Los inversores institucionales han tenido que reaccionar velozmente. Por ejemplo, AMP está utilizando el mercado de divisas para protegerse (se cubre del dólar australiano y del canadiense con el yen japonés). Oanda Corporation está comprando el yen frente al dólar y, a la vez, reduce el dólar canadiense por los problemas del tratado NAFTA y los riesgos del precio del petróleo. También vende dólar australiano por la vulnerabilidad a los precios de las materias primas.
Europa no iba a ser menos en cuanto a los daños colaterales del proteccionismo de Trump. Es evidente que aranceles a los coches afectaría bastante a Alemania, pero no olvidemos que también a Suecia (que aunque debilite su divisa no le serviría de gran ayuda en este escenario), ya que obtiene más del 15% de su PIB de la producción de acero y minería, máquinas y vehículos.
En principio, los sectores más afectados por la guerra comercial serían el acero y el aluminio.
¿Y cómo están los mercados? Dentro de lo que cabe, tranquilos. Ni lo de Italia ni lo de Trump han hecho descarrilar las tendencias.
En el Dax alemán (futuro), el nivel de soporte formado el pasado mes de agosto siempre ha actuado muy bien (febrero, marzo, abril), frenando las caídas y originándose rebotes al alza relevantes. Y el nivel de resistencia formado en noviembre también actuó muy bien al ser puesto a prueba en enero. La última sobrecompra formada en mayo ha impedido que las subidas continuasen por el momento.
Por tanto, y resumiendo, la tendencia sigue siendo alcista y si llegase a los 13.566 puntos seguramente habrá órdenes de cortos, por lo que asistiríamos a caídas. Respecto a compras, entraría dinero si bajase a los 11.799 puntos.
El Eurostoxx (futuro), el mercado que manda en Europa, por el momento mantiene el tono y la clave está en que se mantenga por encima de los 3180 puntos, ya que si perdiese esta cota habría problemas.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es