Cuando un activo comienza a subir, el instinto natural del inversor es querer comprarlo, incluso si ya se perdió la subida inicial. La persona cree que la tendencia continuará, y que todavía podrá ganar mucho dinero. Este es el proceso de pensamiento detrás de una técnica conocida como inversión de momentum, que implica la compra de activos que han subido bastante en medio de expectativas de mayores ganancias. En un entorno alcista como el actual mercado alcista de Wall Street, que ya dura nueve años, esto puede ser muy lucrativo. Aunque existe un gran riesgo.
Morgan Stanley ha descubierto una estadística que sugiere que la arrogancia de los inversores puede estar sobreexplotada. La firma encuentra que el 57% de las acciones incluidas en la estrategia de momentum son las denominadas acciones de crecimiento, también conocidas como compañías que esperan una expansión de beneficios que supere al mercado. Esa es la cifra más alta desde el pico de la burbuja tecnológica en otoño del 2000.
El siguiente gráfico muestra cómo se desarrolla esta dinámica. Aproximadamente el 44% de las acciones de crecimiento se han superpuesto con el momentum en el tiempo, reiterando lo históricamente alta que es la lectura del 57% de este momento.
¿Así que cuál es el problema? Escuchando los comentarios de algunos expertos estadounidenses, los inversores deberían estar preocupados acerca de cómo esta estadística juega con la creciente narrativa de que el apetito por el riesgo se ha extendido demasiado. Después de todo, una estrategia de momentum es divertida cuando el mercado está en ascenso, pero puede ser mucho menos divertida cuando aparece el caos.
Michael Hartnett, el estratega jefe de inversiones del Bank of America Merrill Lynch, analizó esta circunstancia la semana pasada. Argumentó que los inversores deberían dejar de comprar las acciones de tecnología que están al rojo vivo, que han estado subiendo desde hace algún tiempo, convirtiéndolos en candidatos principales para la inclusión en una estrategia de momentum.
Hartnett ha cuestionado en repetidas ocasiones el nivel de riesgo asumido por los inversores durante el año pasado debido a que las condiciones se han tensado, y ahora está instando a que reduzcan el riesgo en sus carteras.
Sus pensamientos eran similares a los de Jim Paulsen, estratega jefe de inversiones de Leuthold Group, quien tiene la confianza del consumidor firmemente en su punto de mira a la hora de evaluar qué hacer a continuación. Mientras que Paulsen, como era de esperar, encuentra que la confianza es muy alta en este momento, advierte del efecto negativo que tendrá una caída del sentimiento sobre el ciclo del mercado.
Si hay algo en los hallazgos de Morgan Stanley que le dé confianza al mercado, es que la medida de crecimiento de la empresa como porcentaje del impulso no siempre ha presagiado una venta masiva inmediata. Los picos anteriores se produjeron en noviembre de 2011, mayo de 2014 y agosto de 2015 y, sin embargo, seguimos firmemente en un mercado alcista.
Al final, la información problemática descrita arriba es útil para evaluar el panorama general, en lugar de una fuerza motriz independiente. Por lo menos, es una estadística que seguir de cerca, para detectar el deterioro futuro de los mercados.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa