Argentina ha vuelto a encender la mecha del barril de pólvora, que con frecuencia, son los países emergentes. El peso argentino valía hace 16 años un dólar, ahora vale menos de 5 centavos. La deuda externa de Argentina ha crecido de $178,9 BLN en 2015 a una proyectada $252,9 BLN en 2018 (FMI). Moody dijo hace unos días, que las empresas argentinas afrontan un alto riesgo de liquidez debido a que este 2018 y el próximo tendrán que renovar una cifra significativa de deuda y mucho más. Algunas economías emergentes están en riesgo de caer en movimientos incontrolables de capital.
El FMI dice que Asia es vulnerable a un ajuste global repentino. La historia se repite. Estos países tienen tasas de interés que son más altas que las de los países desarrollados y presionan más sobre sus tipos de cambio. Los últimos sucesos en Argentina ya han provocado un movimiento en cascada en el resto de los países del área, una situación, que como tantas otras, coincide en el tiempo con un aumento brutal de las recomendaciones de compra de activos en países emergentes por parte de las firmas de inversión (un 70% de los análisis divulgados en el mundo por bancos y sociedades de inversión recomiendan invertir en Latam, India y otros emergentes). Nunca fue tan alto el porcentaje votos a favor de invertir en los emergentes. Muchos analistas han olvidado que los mercados emergentes son una fuente de inquietud», me dice Jesús María L. analista bursátil
La situación en los mercados emergentes está ahora al borde de la fealdad: tanto los bonos del gobierno como las monedas ahora son más débiles que en el día de las elecciones en 2016, según JPMorgan:
Las monedas emergentes han bajado casi 6.5 s contra los USD en promedio desde febrero.
Por eso, los estrategas más finos, que son muy pocos, comienzan a abandonar la gran barcaza. Los traders se están posicionando bajistas en los mercados emergentes. La retirada de los estímulos económicos y el endurecimiento de la política monetaria en USA alimentan este proceso de huida.
“En materia de política monetaria, una salida de las medidas no convencionales demasiado temprana puede llevar a las economías a la recesión; el problema es que ahora estamos en el inicio de una burbuja de activos que está llegando a ser mundial”, advirtió en su día Roubini.
En este encuadre no hay que olvidar que más del 70% de la Bolsa española está expuesta en Latinoamérica y que el mercado nacional sufrió tremendos varapalos a raíz de crisis en la zona como la del tequilazo, el efecto samba o el efecto tango. Que la Bolsa española subió el año pasado más que sus homólogas internacionales, aupada por Latinoamérica, también hay que anotarlo. Que en 2009 se dijo que la Bolsa española no es española, sino latinoamericana, es algo que está escrito con mayúsculas. Los mercados, no obstante, se comportan de manera terca y reaccionan tarde y con visceralidad, justo cuando los sucesos son agua pasada. Es decir, tengo dudas muy serias de su eficiencia y de su capacidad de anticipación, como rezaban los manuales antiguos.
Los mejores especialistas recuerdan a sus clientes desde hace años que gran parte de Latinoamérica es un polvorín social, político y económico, y que los sucesivos procesos electorales pueden cambiar las reglas de juego actuales, pero siempre a peor. Uno de los principales problemas que se advierte en la zona, y así lo han reflejado presidentes de otras tantas compañías emblemáticas del Ibex, es la inseguridad jurídica, de tal modo que lo que hoy es válido con este Gobierno mañana no lo es con el cambio de color político. La situación de la Venezuela de Hugo Chávez es el mejor exponente para recordar lo de siempre: Latinoamérica es un polvorín donde la inseguridad jurídica es norma ¿Qué opinan de los últimos sucesos acaecidos en Argentina, o las masacres en México…?
Una vez más, los grandes estrategas internacionales, que son pocos, miran de reojo las evoluciones del Ibex y su grado de sensibilidad a los acontecimientos políticos, sociales y económicos que se prodigan en Latinoamérica. La inmadurez de los sistemas sociales, políticos y económicos y la gran sensibilidad de las monedas a las corrientes internacionales vuelven a estar en el punto de mira, justo cuando la mayoría ha apostado por meter su dinero (o mejor dicho, el dinero de sus clientes) en Latinoamérica. Lo que muchos se preguntarán, una vez más, es si Latinoamérica satisfará en el futuro las cuentas esperadas por la mayor parte de las empresas españolas que invierten y negocian en la zona como lo han hecho en los tres últimos años ¿Acaso nadie recuerda los despropósitos anteriores?
La impunidad con la que actúan algunos nuevos mandatarios, respecto al cumplimiento de las obligaciones contractuales que ratifica el Derecho Internacional, trae a la memoria de los bolsistas más viejos estampas del allanamiento de moradas y propiedades, del borrón y cuenta nueva, volver a empezar. Es decir, del desprecio a la legalidad y del auge de la inseguridad jurídica. Sobre este asunto ya advirtieron, presidentes de importantes compañías del Ibex con intereses en la zona hace unos meses en Madrid con motivo de las jornadas del Latibex.
La pregunta que planea en los foros de mayor reputación es ¿pueden resurgir en la zona viejos y devastadores efectos como el tequilazo, el efecto samba o el efecto tango? La respuesta es afirmativa, pero con efectos menos letales sobre los mercados accionariales, que no sobre los cambiarios, que los conocidos antaño. La apuesta es que las inversiones se inhibirán en la zona, en contra, justamente lo contrario de lo que se ha predicado en los últimos meses y eso sí que pesará sobre los balances de las compañías.
Moises Romero
La Carta de la Bolsa