Aunque la gran mayoría de su público y gran parte del resto del mundo ya lo sabían, lo cierto es que las últimas semanas han venido a confirmar al Bitcoin como uno de los elementos más volátiles de toda la historia de las finanzas, capaz de mostrar subidas y descensos diarios de porcentajes de dos cifras. Unos movimientos realmente impactantes y que nunca se habían visto antes en el sector de la inversión.
Y es que el precio del Bitcoin se ha visto envuelto en una auténtica vorágine durante los últimos meses. A mediados de diciembre, el precio de la divisa electrónica por excelencia se encontraba en torno a los 17.000 dólares norteamericanos, su récord absoluto de cotización en toda su historia. Un precio desorbitado, sobre todo teniendo en cuenta que unos meses antes, en septiembre de 2017, el valor del Bitcoin no llegaba a los 4.000 dólares.
Sin embargo, los cambios más drásticos todavía estaban por llegar. Tras su pico de mediados de diciembre, el Bitcoin entró en una caída en picado que llevó su precio por debajo de los 8.000 dólares norteamericanos. ¡Tan solo un mes y medio después de su récord histórico de 17.549 dólares! El pasado 6 de febrero, el precio del bitcoin se hundía a nuevos mínimos desde noviembre por debajo incluso de los 6.000 dólares. Las caídas eran del 50% en tan solo una semana.
En este contexto, muchos analistas comenzaron a hablar de pinchazo en la burbuja de las criptomonedas, de fraude, estafa, engaño, etc. Y, cierto es, por momentos lo parecía. Sin embargo, el Bitcoin se ha vuelto a levantar, y el pasado 12 de febrero ya mostraba subidas por encima del 50% de su valor, regresando a los valores cercanos a los 10.000 dólares norteamericanos por cada una de estas divisas electrónicas.
¿Qué razones hay tras estos movimientos en los precios?
Lo cierto es que no es fácil encontrar una razón a los drásticos movimientos que se producen en el valor de las criptomonedas, especialmente en el Bitcoin. En estos dos últimos meses de volatilidad extrema, las fuentes expertas han apuntado en dos direcciones principales: los escándalos por hackeo y la regulación.
Los problemas con hackers de las criptomonedas vienen de largo, pero lo cierto es que ahora cuentan con un mayor agravante: los hackeos se producen sobre plazas de intercambio de criptodivisas. El caso más reciente ha sido el de la plataforma italiana BitGrail, que hace pocos días perdía más de 17 millones de nano (XRB), una cantidad que al tipo de cambio actual tendría un valor de unos 170 millones de dólares.
Al producirse ya sobre plazas de cambio y no sobre cualquier otro usuario de criptomonedas, estos actos tienen el peligro añadido de que pueden llegar a asustar más aún a los posibles inversores, que se alejarían de las plazas de cambio.
Otro de los elementos que se ha apuntado entre las posibles causas ha sido el aspecto regulatorio. Según parece, y para poner freno al desplome del BTC, la administración estadounidense estaría planteándose la creación de una regulación mucho más amable con las criptomonedas, una que, en cierta manera, incentivase la utilización de estas divisas. Sin embargo, este extremo no ha llegado a ser confirmado.
Por otro lado, también siempre hay que tener en cuenta las ya típicas declaraciones de actores de prestigio o con voz en el mercado financiero, que bien califican al bitcoin como fraude o, también, explican su creencia de que se va a convertir en el elemento financiero del futuro. Declaraciones de las que sus protagonistas, como ha ocurrido con el consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, se tienen que retractar habitualmente.
La sobrerreacción, nota dominante
Sin embargo, si hay que destacar una certeza acerca del comportamiento de las criptodivisas en general y en el Bitcoin en particular: la sobrerreacción es una nota constante. Ya sea por las razones antes expuestas o por cualquier otra sin fundamento alguno, los movimientos en el Bitcoin son, muchas veces, exagerados.
A este comportamiento ayuda, principalmente, el hecho de que el Bitcoin ni ninguna otra criptodivisa tienen su valor relacionado con el de producto físico alguno. Por ello, su valor está totalmente marcado por la oferta y la demanda. Y esto, como buen producto milennial que es el Bitcoin, lo conduce a la sobrerreacción.