Enero ha sido, con frecuencia, un mes de exuberancia en las Bolsa, de entradas serenas de dinero pensando en un año bueno. En un Mundo Global enloquecido y en una Eurozona, que saca pecho, las referencias a los clásicos siempre son bien recibidas. Conforme han ido pasando los días, hemos asistido a una mejora de las expectativas y de los rátings por parte del Fondo Monetario Internacional y de las Agencias de Calificación. España sigue a la cabeza, pero con esa espina catalana, que, por fortuna, pierde fuerza poco a poco. Por eso, en el estreno del año, sin prisa, pero sin pausa, sin alharacas ni repicar de campanas, la Bolsa mantiene la ilusión, la fantasía. Hay un viejo dicho en Wall Street que se jalea siempre en el comienzo del año: según se comporte la bolsa en enero, así se comportará el resto del año. No es un aserto baladí, porque cuenta en su haber con una tasa de acierto del 91,3%. Hay más, sólo ha fallado seis veces desde 1950. La metedura de pata estadística más grande fue la de enero de 2011, la Bolsa, que comenzó mal, con tendencia a peor, terminó con una subida espectacular, del 11%.
Pero no todo el mundo está de acuerdo con este fenómeno. Encuentro un artículo de Marc Fortuño, @Marc__Fb que aporta un estudio donde se analizaban datos desde el año 1904 hasta 1974 se llegó a la conclusión que la rentabilidad media de las acciones durante el mes de enero fue hasta cinco veces mayor que cualquiera de otros meses del año, en especial, se trataba de acciones de baja capitalización.
El exdirector de Vanguard, Burton Malkiel, el autor de “Un paseo aleatorio por Wall Street”, ha criticado dicha pauta indicando que las anomalías estacionales, ya que no proporcionan a los inversores oportunidades fiables. También sugiere que el efecto enero es tan irrelevante que los costes de transacción necesarios para explotar la pauta limitan la rentabilidad del efecto estacional.
Esta tendencia histórica, sin embargo, ha sido menos pronunciada en los últimos años debido a que los mercados parecen haberse adaptado para ello. Otra razón por la que los analistas consideran que el vigor en enero menos importante a partir del 2016 es que más personas están utilizando los planes de jubilación libre de impuestos y por lo tanto no tienen ninguna razón para vender al final del año para una pérdida fiscal. Si repasamos los datos de los últimos años… Desde el año 2006, el efecto enero ha producido resultados positivos en cinco meses de enero y los resultados negativos en seis meses de enero.
El efecto enero tiene una segunda lectura, el “barómetro de enero”, una teoría que dice que el rendimiento del mercado de valores en enero refleja su rendimiento durante el resto del año. Es decir, si enero queda en positivo el año será negativo y por el contrario, si finaliza en números rojos el año cerrará en negativo. En el anterior gráfico se anterior que si esto sucede, también es cuestión de suerte. Durante los últimos 11 años, hubo seis meses de enero, cuando el S&P 500 se sumó pérdidas, y en algunos casos intensas como en enero de 2009 y enero de 2016. Sin embargo, en cuatro de esos seis años, el S&P500 terminó en positivo.
Me dice un viejo lobo de la Bolsa que » sea cual fuere el desenlace final de enero, no echemos las campanas al vuelo. No, no conviene reír a mandíbula batiente, porque este año llega cargado de nuevas citas políticas ¡ay de la geopolítica! Pero la Bolsa abre y cierra sus puertas todos los días y cada uno invierte según sus creencias. Hay quienes siguen la teoría de los ciclos parciales, que conviven con los generales. Tienen dudas de comenzar a deshacer posiciones o esperar que pasen dos meses más. Lo normal, según demuestra la experiencia, es que el corto plazo imponga su ley y que los más nerviosos se dejen llevar por el efecto contagio de la mayoría…»
“Invertir según las fases lunares es un método fruto de las conclusiones de tres estudios elaborados por las Universidades de Ohio y Michigan. El análisis se realizó en 48 Bolsas en periodos hasta de 40 años y demostró que las semanas de luna llena los mercados rentan un 8,3% menos que las semanas de luna nueva. “La rentabilidad diaria en los días cercanos a la luna nueva es superior a la de las sesiones cercanas a la luna llena”, explicaba el estudio. También existen teorías que relacionan el comportamiento de la Bolsa con los días soleados y nublados. Y dicho todo esto (podríamos haber dicho mucho más), la respuesta a ¿cómo se comportará la Bolsa en 2018? es: fluctuará, como siempre decía un ilustre operador de Bolsa en la nómina del difunto banquero Emilio Botín?…»
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa