Los últimos resultados trimestrales de las compañías arrojaban el siguiente balance: en Estados Unidos el 78% de las empresas presentaba mejores números de lo esperado por el mercado, en Europa el 55% y en Japón el 63%. Esta es la inercia que hemos tenido durante el 2017, uno de los catalizadores para entender por qué las Bolsas tuvieron un buen año, sobre todo las norteamericanas.
Para el presente año, se espera que la economía mundial siga creciendo, al menos hasta el 3,5%, que la economía de la UE lo haga un 2-2,3% y la de Estados Unidos un 2,5%.
En cuanto a la labor de los Bancos Centrales, la idea es que la FED suba los tipos de interés dos o tres veces aprovechando la aprobación de la reforma fiscal de Trump y que el BCE mantenga el ritmo de salida progresiva de su programa QE y que en octubre reduzca a la mitad el volumen actual de compra de activos mensuales para terminar oficialmente con el tema a final de año. Por su parte, el Banco de Japón ha vuelto a insistir en que mantendrá la política monetaria mientras la inflación no crezca, pero no se podría descartar que a lo largo del año hubiese una sorpresa. Mientras ello no suceda, el yen seguirá siendo una divisa débil. El Banco de Canadá podría subir los tipos de interés y el Banco de Australia pasar a una política monetaria más restrictiva.
Pero centrémonos en Europa. Pese a que la economía va bien y los resultados empresariales también, las subidas de sus respectivas Bolsas han sido menores que en USA, Japón y en algunos mercados emergentes. Y es que pesan varias incertidumbres (tema de Cataluña, ausencia de gobierno en Alemania, elecciones a la vista en Italia) que ahora que comenzamos el 2018 siguen de plena actualidad.
De todas maneras, el 2018 podría ser un año bursátil mejor para el Viejo Continente que para USA, ya que se espera que los beneficios de las compañías sigan siendo positivos (un posible incremento del 6 % en lo referente a ganancias) y que la economía no se estanque, aparte de que Alemania terminará teniendo gobierno, Italia no espera que el Movimiento 5 Estrellas dé la campanada, y la cuestión catalana no irá más allá de donde fue en el 2017.
No convendría además olvidar que la rentabilidad por dividendo que se espera para el Eurostoxx estaría en el 3,3%( 2% para el S&P).
Muchos inversores temen aún el posible efecto del tapering (final del QE), pero en mi opinión esa cuestión no debiera de preocupar demasiado, ya que el BCE ha ido haciendo una gran labor pedagógica y psicológica explicando desde hace tiempo y repitiéndolo siempre que podía que la eliminación es gradual y lenta, por lo que no afectará a los mercados ni elevará sustancialmente la volatilidad.
En cambio, una fortaleza excesiva del euro sí podría afectar a la evolución de los números esperados para la eurozona, pero el BCE sabrá capear el temporal llegado el momento.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es
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