Llegó el ansiado día y la reforma fiscal de Trump fue aprobada durante la madrugada en el Senado con 51 votos a favor y 48 en contra. Realmente es una victoria importante para Trump, pues supone su primera victoria legislativa que puede impulsar el voto a favor de los republicanos en las elecciones legislativas de 2018 de cara a ver si mantienen la mayoría en el Congreso.
De todas maneras, la polémica está servida con los dos puntos de vista existentes al respecto:
– El Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca ha realizado un estudio en el que estima que la reforma fiscal supondría un incremento de los salarios de los hogares en unos 4.000 dólares anuales y que esto sería en un escenario muy conservador, que en realidad podría ser una cantidad mayor. El razonamiento es que una rebaja de impuestos a las empresas les permitiría invertir más en bienes de capital (máquinas), de manera que producirían más y podrían de esta manera aumentar los salarios de sus trabajadores.
– Pero hay quienes no opinan así aludiendo que es una manipulación de números y de hechos. En honor a la verdad, habría que decir cómo podría Trump compensar la caída de los ingresos sin elevar el déficit. También el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz ataca esta reforma fiscal comentando que en verdad favorecerá a la clase rica del país, corporaciones y empresas, por lo que aboga por reducir los impuestos para aquellas compañías que inviertan en USA y creen empleos, e incrementar los impuestos para aquellas que no lo hagan. Digamos que los detractores argumentan que la inversión es financiada en gran medida por deuda, y los pagos de intereses son deducibles de impuestos, por lo que el impuesto corporativo reduce el coste de capital y los retornos de la inversión proporcionalmente. Por lo tanto, no creen que los impuestos corporativos incrementen la inversión o el empleo.
Por tanto, la idea es que los cambios más importantes no se aplicarán a los contribuyentes individuales como muchos creen, sino a las compañías, de ahí surgen las eternas preguntas y un clásico debate: ¿la reducción de impuestos a las empresas es buena para las clases medias? ¿O simplemente es dinero «regalado»para los directores ejecutivos y accionistas? ¿Pero luego qué? ¿Invertirán más las empresas, contratando más personal y pagarán mejor a sus trabajadores?
Es cierto que los mercados no es que reaccionasen mucho tras la noticia, apenas se movieron. El motivo es el que les venía comentando estas semanas atrás, que la aprobación del proyecto fiscal estaba ya más que descontado por el mercado, de ahí que en las últimas semanas Wall Street estuviese marcando máximos históricos uno tras otro.
Y qué mercados se pueden ver favorecidos por todo esto?
- * Sector bancario: el tipo de gravamen se reduce, lo que implicaría que los bancos tendrían un mayor margen para lograr incrementar sus beneficios.
- * Sector telecomunicaciones: el tipo de gravamen se reduciría casi 14 puntos porcentuales.
- * Dólar: la reforma fiscal facilita que la FED pueda cumplir su hoja de ruta de subidas de tipos de interés en el 2018.
En Europa, el mercado más importante, el futuro Eurostoxx, mantiene la tendencia principal alcista con el precio dentro del canal ascendente, aunque llevamos seis semanas consecutivas laterales. De todas maneras, seguir por encima de los 3500-3525 puntos implica ausencia de cualquier tipo de debilidad en el corto plazo.
El Ibex 35, pese a mantenerse también dentro de su canal tendencial alcista, lleva desde el mes de mayo cayendo sin remisión.
La volatilidad se mantiene en niveles bajos y ya sabemos que todo lo que sea no superar los 20 puntos implica que no hay nerviosismo entre los inversores.
La confianza de los inversores sigue estando muy alta y el optimismo no tiene mucha intención de abandonarnos, con un ratio put/call bastante por debajo de la unidad.
Lo que sucede es que llevamos un año con subidas interesantes prácticamente en todos los mercados, y los principales catalizadores que animan a las Bolsas (reforma fiscal de Trump, ratios macroeconómicos de las economías, buena evolución de los resultados empresariales de las compañías) estaban ya más que descontados e hicieron su trabajo, ahora necesitamos nuevos incentivos para continuar el camino.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es
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