Si bien es cierto que no se aprecia el menor atisbo de miedo o temor entre los inversores acerca de si la reforma fiscal de Trump podría no ver la luz, sí lo es que se observó hace unos días un cierto run run, porque la verdad es que ni queriendo se podría hacer un guión con mayor dosis de suspense e intriga hasta el último momento.
Verán, cuando ya parecía que los republicanos habían logrado cerrar filas y hacer causa común en el objetivo de Trump, volvían a aparecer grietas y fisuras que podrían dar al traste con todo el proyecto. Por ejemplo, tuvimos al senador republicano Jeff Flake comentando al respecto que todavía andaba indeciso sobre la reforma fiscal. Claro, convendría recordar que los republicanos tienen una mayoría ajustadita en el Senado de 4 escaños, de manera que si hay cambios de opinión de última hora (y no se descartaban a otras tres personas más), el tema podría ponerse complicado.
En mi opinión no pensaba que sucediera, aunque nunca se puede poner la mano en el fuego. Es por ello que los inversores tenían esa mosca detrás de la oreja, pero no miedo, prueba de ello es que los mercados no se desplomaron, efecto que se podría producir en caso de que finalmente la reforma de Trump no viese la luz.
Pero las aguas volvieron a su cauce, el viernes los senadores republicanos que amenazaban con no dar su apoyo a la reforma (Rubio y Corker), cambiaron de opinión y se sumaron al proyecto. Y es que los republicanos de la Cámara de Representantes y el Senado habían acordado un texto que no satisfacía a todos, de manera que realizaron algunos cambios que pedían estos dos señores, y todos contentos que la votación en el Senado se realice mañana y que el presidente firme la ley antes de finales de semana como era su objetivo. Como consecuencia de este giro en los acontecimientos, los tres índices norteamericanos (Dow Jones, Nasdaq, S&P) marcaron la pasada semana máximos históricos.
Todo esto viene a colación de que a la FED le vendría muy bien que la reforma fiscal saliese adelante, ya que le allanaría el camino para cumplir con su hoja de ruta de subidas de tipos de interés en el 2018.
La proyección de la FED apunta a que los tipos de interés cerrarán 2018 en el rango de 1,9%-2,4%, lo que implicaría 3 subidas de tipos. La próxima podría ser el 31 de enero, última reunión presidida por Janet Yellen (a partir de febrero asumirá el cargo Jerome Powell).
Analizando el Dot Plot (panel que se publica después de cada reunión de la FED con las proyecciones de los miembros del FOMC), se puede ver que existe un consenso en que los tipos superarán el 2% en el 2018.
Charles Evans, presidente de la Fed de Chicago, está preocupado por el tema de las subidas de tipos de interés, no en vano no estaba de acuerdo con subirlo el pasado 13 de diciembre, ya que no tiene tan claro que los elementos que impiden que la inflación crezca sean temporales (como argumentan el resto de miembros de la FED), sino más bien estructurales. Pero el Dot Plot no deja margen de dudas, había un amplio consenso en que había que hacerlo.
Ya les comenté en anteriores artículo los mercados que saldrían favorecidos si la reforma fiscal ve la luz y los que no:
- Sector bancario: el tipo de gravamen del 29% pasaría a ser del 20%, lo que implicaría que los bancos tendrían un mayor margen para lograr incrementar sus beneficios.
- Sector telecomunicaciones: el tipo de gravamen se reduciría casi 14 puntos porcentuales.
- Dólar: la reforma fiscal facilita que la FED pueda cumplir su hoja de ruta de subidas de tipos de interés en el 2018.
- Incremento de los rendimientos de los títulos de renta fija del país.
- Como consecuencia de la apreciación del billete verde, el oro se vería afectado y caería.
Pero sigamos con la FED. Nadie puede dudar de que Janet Yellen ha hecho un buen trabajo y está consiguiendo con enorme éxito que los mercados no se alteren ante el proceso de normalización de la política monetaria de la entidad, algo que precisamente también está logrando muy bien Mario Draghi con el BCE.
La hoja de ruta de subir los tipos de interés tres veces en el 2018 la tienen muy clara y así lo han hecho saber, pero eso no significa que no existan algunos elementos que puedan dificultarla.
El primero ya lo hemos visto, sería si la reforma fiscal fracasa. ¿Y por qué esta relación? Básicamente porque la FED estima que con esta reforma habrá más crecimiento económico (en torno al 2,5% en el 2018) y ello implicaría subida de inflación, hecho que justificaría subidas de las tasas de interés.
Pero habría un segundo elemento, el tema Nafta. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA) es un acuerdo comercial celebrado entre los tres países de América del Norte: Canadá, Estados Unidos de América y México. Fue firmado en noviembre de 1993 y entró en vigor en enero de 1994. Los objetivos eran favorecer la apertura comercial de América del Norte mediante la eliminación de barreras arancelarias, y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y servicios entre los territorios de los tres países firmantes.
Pues bien, tanto México como Canadá siguen estando en contra de las propuestas de USA para la renovación del acuerdo de libre comercio, y es que ya sabemos que Trump no es muy amigo de este tratado porque piensa que es el responsable de buena parte de puestos de trabajo en USA, puestos de trabajo que irían a favor sobre todo de México. Por este motivo en su campaña electoral tenía este tema enfilado y como una prioridad si llegaba a la Casa Blanca. Prometió renegociar el tratado y alcanzar un acuerdo entre las partes antes del mes de marzo, pero a día de hoy las posturas están demasiado distanciadas y se corre el riesgo de que si no hay acuerdo mutuo la economía norteamericana y el empleo se verían afectados, por lo que la FED tendría problemas para subir los tipos de interés tan alegremente, o al menos al ritmo propuesto.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es
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