¿Por qué los inversores se comportan como lo hacen y no como deberían? A esta pregunta trata de dar respuesta un estudio sobre Behavioral Finance (psicología del comportamiento financiero) elaborado por las profesoras de la Universidad de Zaragoza, Natividad Blasco y Sandra Ferreruela, y publicado por el Servicio de Estudios de BME que se ha presentado.
«Históricamente se habían tomado como guías la eficiencia de los mercados y la racionalidad de los inversores. Sin embargo, en los mercados hay momentos de euforia y pánico que no se pueden explicar con estas guías», explicó en la presentación Blasco, coautora del informe. La publicación surge en respuesta a las dificultades del paradigma tradicional para explicar algunos hechos básicos que se detectan en los mercados e intenta explicar cómo los sentimientos y emociones influyen en el comportamiento financiero.
El estudio señala que los inversores no siempre se comportan de forma racional y predecible, sino que toman decisiones condicionados por sus emociones. Los expertos han identificado una serie de sesgos que pueden ser emocionales o cognitivos y que son los responsables de que un inversor tenga mayor tolerancia al riesgo o le hagan tener más aversión a éste.
Sesgos emocionales con mayor tolerancia al riesgo
El exceso de confianza lleva a sobrevalorar la propia habilidad para predecir, valorar activos o tomar decisiones puede llevar a infravalorar los riesgos. Por ejemplo, un exceso de confianza puede llevar a un principiante afortunado que en sus primeras operaciones se siente incentivado a presumir de su habilidad y seguir negociando.
El autocontrol hace que los inversores prefieran consumir hoy antes que ahorrar para mañana, lo que puede ponderar excesivamente en la cartera acciones con dividendos altos para cubrir necesidades a corto plazo.
La afinidad es propia de inversores con un perfil más conservador, por lo que se apuesta por activos que resultan más familiares o conocidos, como la tendencia a invertir en activos nacionales.
También relacionado con el inversor moderado está la aversión al remordimiento, es decir, el temor a las consecuencias negativas de errores, por lo que la tendencia es mantener en cartera activos que están dando pérdidas «Porque si no vendo, no pierdo», explica el estudio, por lo que se tiende a un excesivo conservadurismo y a obtener menor rentabilidad en el largo plazo.
Sesgos emocionales con menor tolerancia al riesgo
La preferencia por mantenerse dentro de la zona de confort y no enfrentarse al cambio es propia del status quo, por lo estos inversores no se plantean cambios en cartera que supongan mejores alternativas de inversión.
La dotación hace valorar más lo que se ha heredado o lo que ya se posee, lo que afecta negativamente a la diversificación. Este inversor se niega a desprenderse de acciones que se han heredado aunque no se ajustan al perfil de riesgo.
Sesgos cognitivos con mayor tolerancia al riesgo
La representatividad lleva a basarse excesivamente en estereotipos y pensar que las características de la muestra pueden ser las de la población. Como ejemplo, el estudio señala al inversor inversor hace muchas rotaciones de su cartera y es un fan de acudir a las OPVs sin tener en cuenta que no todas pueden ser interesantes para él.
El sesgo de confirmación es el responsable de que este tipo de inversores suela tener en cuenta sólo la nueva información positiva que reafirma ideas previas, obviando la negativa
La autoatribución hace que el inversor considere que las ganancias se deben más a su habilidad que a la suerte, mientras que en el caso de las pérdidas son la suerte u otros factores externos los culpables.
El anclaje es propio de inversores conservadores que hacen descansar sus creencias en una determinada información porque es la primera que recibieron. La consecuencia es que pueden mantener activos que han perdido valor porque el precio objetivo no fue fijado de acuerdo con sus fundamentales.
La contabilidad mental es la responsable de que ciertos inversores traten su dinero de manera diferente dependiendo de su origen y del objetivo que se plantean. Por ejemplo, el dinero inesperado por un premio de lotería puede invertirse en activos más arriesgados ya que creen que pueden permitirte el lujo de perderlo.
Comportamiento agregado
Pero también existe un comportamiento agregado. Cuando el sentimiento es bajo, los inversores son más adversos a la volatilidad y tienden a exigir más rentabilidad. Por el contrario, en momentos bajos de mercado, inversores y analistas tienden a seguirse unos a otros y estos segundos se aproximan más a la media, al consenso.