Cuando se trata de invertir en una acción, ahorrar para la jubilación o tomar decisiones financieras diarias, las emociones de la gente, sesgos y la falta de autocontrol a menudo terminan perjudicando su inversión. Las decisiones que toma la gente en torno a su dinero no suelen ser racionales y ha generado un campo de estudio cada vez más popular de la «economía del comportamiento», o el estudio de cómo se unen la psicología y la economía.
El lunes, este campo saltó a los medios cuando Richard Thaler, profesor de la Universidad de Chicago, apodado el «padre de la economía del comportamiento», ganó el Premio Nobel de Economía 2017.
Thaler ha escrito libros como Comportamiento Inadecuado, The Winner’s Curse, La psicología Económica y Un Pequeño Empujón. También hizo una aparición en la película de 2015 The Big Short, que narraba el colapso hipotecario que causó la crisis financiera de 2008.
En un video en la página web de la Universidad de Chicago, titulado Misbehaving, Thaler explica cómo este libro – que narra la mala conducta financiera de la gente en cosas que van desde finanzas domésticas hasta programas de televisión – y su campo de estudio difiere de la teoría económica tradicional.
Es «acerca de la forma en que las personas se comportan en oposición a la manera en que los economistas piensan que las personas se comportan». «Los economistas creen que las personas son criaturas altamente racionales y sin emociones – como Spock en la serie Star Trek», explica Thaler. «Las personas que estudio son seres humanos que están más cerca de Homer Simpson».
«Nosotros, los humanos, no siempre elegimos lo correcto», continuó. «A veces comemos demasiado. A veces no hacemos ejercicio. Muchos de nosotros tenemos problemas para ahorrar lo suficiente para la jubilación».
Aquí hay ejemplos de errores de cálculo financieros, basados en teorías sobre las que Thaler ha escrito.
– La falacia de la mano caliente
Un «error clásico» que la gente comete, Thaler explicó en The Big Short, es «pensar que lo que está pasando ahora va a seguir ocurriendo en el futuro».
«Se llama la falacia de la mano caliente», dijo.
Ejemplos: Un jugador que ha ganado muchas manos en una mesa de blackjack y piensa que su racha continuará. O un jugador de baloncesto que ha anotado cinco canastas de tres puntos y tira otro porque cree que no puede fallar. O un inversor de acciones en 1999, que pensaba que el NASDAQ, que se disparó un 85,6% ese año, seguiría subiendo para siempre. O un inversor inmobiliario en 2007 que creía que los precios de las casas.
Aquí está la desventaja de la falacia de la mano caliente: Ese inversor de acciones de tecnología cuya inversión de 10.000 dólares en el Nasdaq a principios de 1999 subió a 18.560 dólares a fin de año y se quedó invertido – sufrió un severo castigo. El Nasdaq cayó un 39,3% en 2000, reduciendo los 18.560 dólares a 11.266 dólares.
Del mismo modo, un inversor que compró una vivienda en el primer trimestre de 2007, cuando el precio de venta promedio era de $257.400, vio el precio de una casa caer más del 19% a principios de 2009. Para entonces, el precio promedio de la vivienda alcanzó los 208.400 dólares, según datos de la Reserva Federal.
– Efecto dote
Este error se produce cuando las personas dan un mayor valor a las cosas que poseen que a las cosas que no poseen. Como resultado, suelen cometer el error de mantener acciones de un activo, como una acción que está cayendo, porque están personalmente unidas a ella. También se convencen de que el precio se recuperará.
Un caso extremo de efecto dore es el aumento y la caída de las acciones de Enron a comienzos de los años 2000, dice Woody Dorsey, que dirige una firma de finanzas de comportamiento Market Semiotics con sede en Castleton, VT. «Mucha gente que trabajaba allí invirtió todo su dinero en Enron, a pesar de que se le dijo que no invirtiera excesivamente en la empresa para la que trabajaba», dice Dorsey.
– Contabilidad mental
La investigación de Thaler ha desafiado la noción de que cada euro es el mismo en la mente de cada persona. Su trabajo demuestra que la gente tiene una contabilidad mental en sus cabezas. Por ejemplo, destinan dinero para usos o metas específicas, como comida para la semana, entretenimiento, pago de la hipoteca o ahorro para la jubilación. Como tales, toman decisiones financieras basadas en cómo su gasto afectará a esas pequeñas cuentas, no en su cuadro financiero total.
Esta estrategia puede ayudar a la gente a gastar demasiado en ciertas cosas. Si, por ejemplo, usted ha establecido un presupuesto semanal de 20 euros para el desayuno en el trabajo y el miércoles han alcanzado su límite después de invitar a dos amigos un día, puede ser más fácil que usted omita su café de todos los días hasta la semana siguiente. Esto es debido a que ha alcanzado su gasto máximo para esa cuenta de gasto mental.
Pero la contabilidad mental también funciona contra la gente, dice Dorsey. Alguien que tiene 10.000 euros ahorrados en el banco, por ejemplo, puede sentirse rico y luego salir y comprar tirando de su tarjeta de crédito reduciendo sensiblemente sus ahorros. Así que la persona puede no ser tan rica como cree que es, dice Dorsey.
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa