«Wall Street suma y sigue. Tanto, que las 4 empresas tecnológicas líderes USA como son Apple, Alphabet, Microsoft y Facebook suman una capitalización, que equivale al PIB de Francia. Algo falla en el mundo, algo estamos haciendo mal o algo están haciendo muy mal los inversores que no paran de comprar este tipo de compañías. Hay argumentos sólidos en los dos sentidos. Los que siguen de cerca el valor de las compañías tecnológicas en Wal Street dicen que no están cara en términos históricos, en clara referencia al crash de las punto.com en la primavera del 2000. Aquellos que se aventuran en las profundidades de la geopolítica dicen que Europa esta vieja, demasiado vieja, y que no tiene recursos ni ideas suficientes para competir con USA en esta (y otras parcelas). Vayamos por partes. El sector de tecnología del S&P 500 se revaloriza más de un 30% en los últimos 12 meses. En lo que llevamos de 2017, el S&P 500 se ha revalorizado un 10%, mientras que el sector de tecnología dobla ese resultado, con un avance superior al 20%. Estos avances han llevado al índice sectorial a superar los máximos históricos del año 2000 y a despertar temores sobre si estamos ante una nueva burbuja del sector tecnológico…», me dice A.M. gestor de fondos, que añade:
«Los analistas de Santander señalaban recientemente que el sector tecnológico es uno de los más rentables de la bolsa estadounidense, con un ROE superior al 20%. Además, esta rentabilidad para el accionista se mantiene en niveles similares o superiores desde comienzos del año 2010. Aunque es cierto que las principales ratios de valoración muestran una tendencia creciente durante los últimos años, éstas se encuentran en el entorno de las medianas históricas, por lo que no podríamos hablar claramente de valoraciones excesivas. A diferencia de lo que ocurría en el año 2000, las empresas de tecnología actuales están respaldando los incrementos de las cotizaciones y las expectativas de crecimiento con resultados…»
«La evolución de (i) los beneficios, en máximos históricos y triplicando los del año 2000; (ii) los flujos de caja, con una evolución similar, y (iii) la liquidez de las empresas, que supera en más de cinco veces la de entonces, apoyan unas perspectivas favorables para el sector.El consenso de analistas espera un crecimiento medio de los beneficios del sector de tecnología del 10% para este año y los dos próximos, similar al del conjunto del S&P 500. En la medida en que las compañías tecnológicas puedan cumplir dichas expectativas, las cotizaciones no tendrían por qué sufrir en los mercados. La pregunta que cabe hacerse es, por tanto, si crecimientos de los beneficios de esa magnitud son factibles. En nuestra opinión, podrían ser incluso superiores…»
«Por una parte, con los registros actuales, la tasa de crecimiento sostenible de los beneficios, calculada a partir del ROE y el payout, rondaría el 15%, superior al 10% esperado por el mercado. Además, esta tasa de crecimiento asume que no se producen cambios en la estructura de financiación de las empresas. Por tanto, un hipotético incremento del endeudamiento podría mejorar los retornos para los accionistas para un sector que cuenta con unos márgenes operativos superiores al 20%. Dicho apalancamiento podría impulsar el ROE, asumiendo estabilidad en los márgenes, hasta niveles más próximos al 25%-30%, lo que supondría un argumento adicional para asistir a mayores revalorizaciones. El escaso endeudamiento del sector hace además que sea muy poco sensible a la normalización de la política monetaria en la que la Fed se encuentra inmersa…»
«En definitiva, el sector tecnológico (i) cuenta con unas ratios de valoración en línea con niveles medianos de largo plazo, por lo que no podemos hablar de una sobrevaloración bursátil; (ii) tiene una posición de liquidez excedentaria y un endeudamiento prácticamente inexistente; y (iii) cuenta con un potencial de crecimiento de los beneficios que, en nuestra opinión, incluso podría superar las expectativas del consenso. Por todo, recomendamos seguir con exposición al sector de tecnología del S&P 500 en las carteras globales de renta variable, especialmente si se produjese alguna corrección de las cotizaciones que hiciese más atractiva la compra en términos de valoración…»
¿Que hay de Europa?
«Los mercados confiaban mucho en el presidente francés Macron y sus reformas, como plataforma para el conjunto de los países europeos, pero, según dicen, su popularidad está cayendo en picado, lo que pone en jaque este reto…»
«He leído en Libre Mercado que según los expertos de YouGov, hay dos aspectos que están afectando negativamente a Macron. Por un lado, su falta de entendimiento con el Ejército, una polémica coronada por la dimisión del jefe del Estado Mayor, Pierre de Villiers. En campaña, el nuevo presidente habló de elevar el gasto en Defensa hasta alcanzar el 2% del PIB, pero Macron ha cambiado de opinión y defiende ahora que su intención es reducir en 850 millones los presupuestos consignados al Ejército.
De Villiers no se ha callado ante los planes del Elíseo y ha publicado un duro artículo en Le Figaro contra las medidas de ahorro que propone el nuevo mandatario. El desafío encendió a Macron, que calificó de «indigna» la postura del jefe del Estado Mayor. «Yo soy el jefe supremo de los ejércitos, no necesito ninguna presión ni ningún comentario», afirmó desafiante el presidente. Sus palabras provocaron la dimisión de Pierre de Villiers, pero también han desgastado la imagen de Macron entre los franceses.
El segundo factor que explica la creciente impopularidad de Macron es la falta de cohesión y experiencia de los representantes de su movimiento político. Los macronistas están en el punto de mira de la opinión pública por su comportamiento en el hemiciclo. Todo empezó en el discurso con el que el primer ministro Édouard Philippe presentó sus planes de gobierno. La bancada oficialista le aplaudió con un entusiasmo desmedido, interrumpiéndole en 55 ocasiones y jaleando incluso los datos negativos que presentó el premier de Macron. Este comportamiento infantil puso la lupa sobre los diputados de En Marche, que han quedado en evidencia por su falta de experiencia. Un micrófono abierto pilló al portavoz del grupo, François de Rugy, insultando a otro miembro de la cámara. También están las faltas de puntualidad, los votos equivocados o las diferencias internas en el grupo.
Pero los problemas no se quedan en el ámbito parlamentario. Ya a finales de junio, cuatro de los ministros del gobierno se habían visto obligados a dimitir. Uno de los miembros del gabinete que dijo adiós fue François Bayrou, un líder centrista que jugó un papel clave a la hora de legitimar la candidatura de Macron. También dimitieron la ministra de Defensa, el titular de Cohesión Territorial y la responsable de Asuntos Europeos. En todos los casos, se investigan posibles casos de nepotismo, enchufismo y otras malas prácticas que chocan con el discurso de «moralización de la política» que tanto maneja Macron.
Daniel Guitérrez
La Carta de la Bolsa