El exceso de deuda privada es devastador para cualquier sociedad. La evidencia de los ciclos económicos de las últimas décadas nos indica que las crisis vienen precedidas por una acumulación de obligaciones financieras entre familias y empresas dirigida a alimentar las burbujas de activos. A su vez, la solidez de una recuperación económica suele estar estrechamente aparejada al grado de saneamiento de ese excesivo apalancamiento previo: cuanta más deuda privada sea amortizada durante la recuperación, mayor será la solvencia de los agentes y, en consecuencia, más amplio su margen para asumir riesgos o invertir en nuevas actividades productivas.
El economista Joaquín Maudos ha publicado recientemente un informe para la última edición de “Cuadernos de Información Económica” de Funcas donde analiza la evolución del endeudamiento privado español antes y después de la crisis. La imagen que se desprende de este documento acredita el enorme esfuerzo que han realizado desde 2009 familias y empresas españolas para reponerse de la orgía de endeudamiento precedente: asimismo, esta imagen también nos ayuda a contemplar el futuro con mucha mayor esperanza acerca de la sostenibilidad de la presente recuperación.
- Primero, la deuda privada española alcanzó su máximo en el año 2010: su volumen equivalía al 215,7% del PIB (55 puntos porcentuales más que la media de la UE). Las empresas eran responsables de unos pasivos equivalentes al 132% del PIB (unos 38 puntos de PIB más que la media europea) y las familias a aproximadamente el 84% (unos 20 puntos más que la media europea). Desde 2010, sin embargo, este sobreendeudamiento privado se ha desplomado en 50 puntos de PIB (más de 480.000 millones de euros): a finales de 2016, el total de pasivos privados equivalía al 166,1% del PIB (sólo 13,4 puntos por encima de la media de la UE). Las empresas han sido responsables de un desapalancamiento equivalente a 31 puntos del PIB y las familias de 19 puntos.
- Segundo, si en lugar de vincular la deuda familiar y empresarial con el PIB, la relacionamos con la renta disponible de familias y empresas, lograremos una mejor imagen sobre su solvencia. Así las cosas, en 2008 las empresas españolas adeudaban el 654% de los beneficios brutos agregados del sector empresarial para ese ejercicio: en 2015, sólo 468% (en línea con la media europea). Análogamente, las familias llegaron a deber el equivalente al 134% de la renta bruta disponible en el conjunto de hogares españoles: hoy en día ha caído hasta el 107% (si bien continúa bastante por encima de la media europea, que es del 68%).
- Y tercero, otra forma de estudiar la capacidad de pago de la deuda es calcular el esfuerzo que debe efectuar cada año el sector privado para abonar la amortización del principal y de los intereses de sus pasivos financieros. En 1999, el sector privado tenía que destinar el 13,3% de su renta bruta a hacer frente al coste de sus deudas (40,4% en el caso de las empresas y 6% en el caso de las familias); en 2007, esa ratio se disparó hasta el 24,7% (71,7% para las empresas y 11,5% para las familias); y en 2015, ha regresado prácticamente a sus niveles de 1999, por cuanto representa sólo el 14,9% de su renta bruta (36,3% en las empresas y 6,9% en las familias).
En definitiva, desde un punto de vista estrictamente financiero, el sector privado español ya ha cuasi completado su saneamiento. Tan saludable evolución contrasta con la morbidez del sector público, cuyos pasivos no sólo no se han reducido durante los últimos años sino que se han multiplicado hasta alcanzar máximos históricos. El Estado ha predicado mucha austeridad sin practicarla: justo lo contrario que las sufridas familias y empresas.
Juan Ramón Rallo
juanramonrallo.com