Los vientos huracanados del cadáver del Popular han traído estos lodos. Carnicería, masacre. Valores como Abengoa, Adveo, Amper, Biosearch, Codere, Duro Felguera, Dogi, Ence, Ercors, LIBERBANK, Naturhouse, OHL, Service Point, PRISA o Vocento sufrieron pérdidas ayer entre el 4% y el 18%. Se suman (restan, mejor dicho) a las generadas en los últimos días, tras la intervención al Popular. El último crash de los denominados chicharros se produjo a mediados de abril, con igual, incluso mayor ferocidad. Ayer, como entonces, hablo con Germán L. bolsistas empedernido, como hace años lo fue del tabaco. La pregunto sobre las leyendas urbanas que rodean la Bolsa. Una de ellas es si los chicharros marcan o no tendencia. La respuesta es inmediata. «Es una de las muchas leyendas urbanas que rodean la actividad en la Bolsa española. En los antiguos corros y en los inicios del mercado continuo, los especuladores avezados y los muy, muy cortoplacistas decían que el inicio de subidas en los chicharros era preludio de subidas en los grandes de la Bolsa, y al revés. Con el paso del tiempo, los chicharros son auténticas ratoneras. Muchos de estos valores nunca recuperan precios máximos, muchos desaparecerán de la faz de la tierra dejando quiebras y llantos en otros tantos especuladores. Popular ¡quién lo iba a decir! ha sido el padre y la madre de todos los despropósitos que, en un momento dado, pueden darse en los mercados…»
«Los grandes gestores, los grandes fondos de inversión no juegan con fuego. Ya tienen bastante peligro los valores de renombre como para meterse en estos charcos. Ahí tenemos fenómenos como el de Popular o la debacle pasada de las inmobiliarias. Algunos fondos de autor invierten masivamente en pequeñas y medianas empresas, pero no son chicharros, aunque la posición de dominio y de control de estos fondos procuran una imagen muy parecida y, en todos los casos, constituyen una trampa a la hora de invertir, de comprar y de vender…»
«Chicharros, chicharros…Hay auténticos profesionales de la Bolsa dedicados a esta aventura, a esta pesca singular en las aguas poco profundas, casi a pie de playa, de los mercados. Hay, también, jugadores de casino, que ponen fichas en todos los huecos. En el caso concreto de nuestro mercado, juegan sumas de dinero elevadas en compañías con cotizaciones muy bajas, lo que no quiere decir que sean compañías que cotizan con multiplicadores baratos. Es más, conforme pasa el tiempo aumenta el número de empresas que han elegido el concurso de acreedores y que, en el mismo acto, se encuentran con la cotización suspendida durante meses y meses. Una auténtica trampa mortal, porque la liquidez es la norma sagrada de los mercados. Hay dos clases de actuar con chicharros en la Bolsa. O especular por especular a muy corto plazo, intradía, sin distinciones entre valores. O elegir una buena presa, una compañía con expectativas de crecimiento. Si se acierta, el éxito estará asegurado. La Historia de las Bolsas del mundo está llena de ambas situaciones»,
«Y una cosa está clara. Es el eterno debate en nuestro grupo de especuladores cuando toca buscar estrategias y mejorar la rentabilidad de las carteras que gestionamos ¿Qué compramos, valores pequeños o valores grandes, los famosos blue chips? ¿Dónde se gana más dinero? ¿Dónde se dan los mayores pelotazos? Los más viejos decimos que los grandes éxitos y, también, los grandes fracasos siempre se han vendido en tarros pequeños. La razón principal está en el free float, en el número de acciones en circulación. Si una gran gestora o fondo entra en un valor de capitalización pequeña, la cotización se dispara, se multiplica varias veces. Cuando tocan retirada, el estropicio es de órdago, como el elefante en una cacharrería. Por eso, los gestores de siempre van piano, piano y aborrecen los valores pequeños, aunque cada vez hay más gestoras con brazos o dependencias dedicadas al seguimiento y operativa de este tipo de compañías. Hasta ahora, lo que más se ha visto en la Bolsas es la afluencia del gran público inversor a los valores pequeños, que brindan grandes operaciones y, también, fiascos considerables, insalvables e irrecuperables…»
Mar Revuelta
La Carta de la Bolsa