Ayer publicábamos la primera parte de una amplia reflexión del analista de M&G Valores, Nicolás López, en la que afirmaba que hay riesgos de que la sorpresa que se dio en las elecciones estadounidenses entre Hillary Clinton y Donald Trump se reproduzca en Francia. Es decir, que gane la candidata de extrema derecha Marie Le Pen.
Veamos en esta segunda parte del artículo que incidencia podría tener para los mercados esta sorpresa:
Emmanuel Macron ha sido el candidato más votado en la 1ª vuelta con un 24,1%. Su perfil sería el opuesto a Marine Le Pen. Miembro de la élite de la Administración francesa, trabajó en la banca de inversión hasta convertirse en asesor del gobierno francés y finalmente ministro de economía del gobierno socialista de Hollande. Hace apenas un año creó el Partido “En Marche” como una asociación sin apenas estructura y ahora ha derrotado a los candidatos de los partidos tradicionales, en especial al Partido Socialista que ha sufrido una debacle total.
Macron no cree en la dicotomía izquierda-derecha y su programa pretende aplicar las ideas que considera necesarias tanto de un lado como de otro. Sería un reformador del sistema pero firme partidario de la esencia de la democracia liberal y del proceso de integración europea frente al carácter más antisistema de los movimientos populistas de izquierda y derecha como el de Le Pen.
Su programa económico es más bien liberal (reforma laboral, reforma sistema de pensiones, reducción de impuestos y cotizaciones) aunque con medidas de protección de los segmentos más desfavorecidos y un plan de inversiones de inspiración Keynesiana. Desde el punto de vista del soberanismo anti-globalización, Macron sería un claro miembro del actual sistema, de la “casta”, y sus medidas irían en la línea de las que consideran son la causa de todos nuestros males. Marine Le Pen puede de esta forma atraer votos más allá de su electorado tradicional y conseguir el apoyo de esa parte de la sociedad que ve en los movimientos populistas la alternativa al actual sistema político y económico. De la misma forma que Trump se benefició de un voto anti-Clinton, también Le Pen puede atraer votos de izquierda que ven en Macron a un representante de la élite francesa que dirige el país desde hace décadas.
Obviamente la victoria de Le Pen sería muy negativa para los mercados, al menos inicialmente, por lo que estamos ante una situación de riesgo asimétrico como era el referéndum de Gran Bretaña. La victoria de Macron será sin duda buena para el largo plazo, pero a corto plazo no debería tener un gran impacto ya que está ampliamente descontada. Por el contrario, la victoria de Le Pen, aunque improbable, tendría un impacto extraordinariamente negativo a corto plazo. Tras el fuerte tirón del mercado de días pasados, sería razonable asumir un período de consolidación y tomar ciertas precauciones por si finalmente saltara la sorpresa.
Más a largo plazo es indudable que el factor político tiene una influencia importante sobre la evolución de los mercados financieros europeos desde hace tiempo, y la seguirá teniendo en el futuro. Durante el año 2016 dos acontecimientos políticos, el referéndum del Brexit en Reino Unido y el de la reforma constitucional en Italia, marcaron la evolución relativa de la bolsa europea respecto a la americana. No fue hasta que este segundo escollo quedó atrás que las bolsas europeas empezaron a recuperar con claridad los retrocesos del período 2015-16. Desde entonces parece que los inversores han perdido el temor a que el crecimiento de las opciones populistas antieuropeas pueda hacer descarrilar el proceso de integración europea.
Pero no sólo ha sido en 2016 en que los mercados europeos han sufrido las consecuencias de las incertidumbres políticas sobre el proceso de integración europea. Desde el estallido de la llamada “crisis del euro” en 2010, los mercados contemplan la posibilidad de que el proyecto del euro pueda llegar a fracasar y se han vuelto hipersensibles a los acontecimientos que puedan aumentar la probabilidad de ese fracaso. En 2011/12 estuvimos cerca y el impacto sobre los mercados fue demoledor. Sobre todo en los países periféricos pero también los países del norte se vieron afectados negativamente.
Lo de 2016 han sido pequeñas réplicas comparadas con lo de entonces pero que demuestran que los inversores siguen sensibles a todo lo que pueda suponer un riesgo de retroceso en la integración. En 2017 las elecciones francesas son a priori el principal acontecimiento susceptible de generar un nuevo episodio de turbulencias. Hasta ahora no ha sucedido así pero todavía hay que pasar la prueba final el próximo 7 de mayo. Una vez superado este obstáculo, el panorama político para lo que resta de año quedaría bastante despejado y los inversores podrían seguir centrados en la recuperación de la economía y los beneficios empresariales así como una cierta “recuperación del tiempo perdido” en los últimos años que permite ver a la bolsa europea como una oportunidad frente a la norteamericana.
En términos relativos los índices norteamericanos han doblado a los europeos desde los máximos de 2007. Es razonable suponer que al menos parte de ese diferencial se va a recuperar en los próximos años, con permiso de la política.
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa