Nos acercamos al domingo, momento en el que tendrá lugar la primera vuelta de las elecciones francesas. Pero hay un tema que debería de preocuparnos y bastante.
Los últimos sondeos que se han dado a conocer en Francia hablan de una abstención del 32% en unos comicios donde la participación superó el 80% desde el año 1974, siendo el único momento en el que no lo logró en el año 2002.
La realidad a día de hoy es que el porcentaje de indecisos se podría dividir en tres grupos bien diferenciados.
- Por un lado, aquellas personas alejadas de todo lo que tenga que ver con la política, fundamentalmente personas jóvenes.
- Por otro lado, aquellos que están en contra del actual sistema político y que no se sienten identificados con ninguna de las diversas opciones que aspiran a gobernar el país galo.
- Finalmente, los que están hartos, desesperados o bien tienen miedo. Un grupo que lo normal es que se abstengan o bien terminen votando a Le Pen, pero no tanto por compartir los planteamientos de la ultraderechista.
La deuda pública europea está siendo un buen barómetro del sentir no sólo del pueblo francés, sino de sus vecinos en el continente. Prueba de ello es que esta semana la rentabilidad del Bund alemán (bono alemán a 10 años) cayó, en Francia la prima de riesgo se mantuvo por encima de los 70 puntos básicos y en Italia por encima de la cota de los 200 puntos.
El Bund tiene una relación directa con la prima de riesgo, que es el diferencial entre los bonos alemanes y los bonos de un país. Para entendernos mejor, es el sobreprecio que exigen los inversores por comprar la deuda de un país frente a la deuda alemana, cuyo precio es el que se utiliza principalmente como referencia al ser considerada como la más segura y menos proclive a experimentar demasiada volatilidad. La cuestión es que a menor riesgo, menor rentabilidad, por lo que los inversores aceptan obtener menos intereses (y por tanto menor rentabilidad) cuando adquieren bonos alemanes en el mercado secundario.
Es un tema importante, porque las entidades bancarias acuden al mercado interbancario para poder financiarse, es el lugar donde las entidades financieras se prestan dinero entre sí, y según sea la prima de riesgo está elevada o no, terminarán pagando más o menos dinero por financiarse. En el caso de ser elevada, los bancos incrementarán los intereses que cobran a los clientes por conceder créditos. Y es aquí donde viene toda la vorágine con sus consecuencias: al ser los préstamos bancarios más caros, llega menos dinero a las pymes (pequeñas y medianas empresas) y a las familias, con lo que gastan menos dinero, de manera que el consumo cae con fuerza y la economía se resiente enormemente. Pero aquí no acaba todo, la sinergia entre que la economía de desploma y que llega menos dinero de los bancos a las empresas, provoca que se incremente el desempleo por verse abocadas muchas pymes a echar el cierre. Y este incremento del desempleo hace que la morosidad bancaria suba por las nubes (por lo que los bancos cierran más aún el grifo de la liquidez), que se produzcan desahucios, etc.
Hubo una época en que los inversores exigían a los bonos españoles y a los bonos alemanes casi el mismo interés. Es más, incluso llegamos a tener una prima de riesgo negativa (el 25 de noviembre del 2004 era -5,9 puntos). Claro, eran otros tiempos, a raíz de la crisis económica que comenzó en el 2008 la cosa cambió radicalmente, culminando en un techo de 638 puntos el 24 de julio del 2012.
Pero bueno, no nos desviemos del tema central, que son las elecciones francesas. Realmente el riesgo no es que uno de los extremistas pase el corte y llegue a la segunda vuelta (donde seguramente perdería), sino que pasen los dos, con lo que habría un gobierno sí o sí extremistas y con la clara intención de salir del euro. Claro, es evidente que con un 30-32% de personas que reconocen que aún no saben a quién votarán en las elecciones francesas de este domingo, cualquier detonante es suficiente para decantar el voto. Y aquí es donde vienen los temores: todo atentado que esté muy cercano en el tiempo a la fecha de las elecciones puede provocar que muchas personas voten con el corazón y no con la cabeza, que se dejen llevar por la rabia y el odio de que se derrame sangre. De esta manera la balanza iría a favor de los dos partidos extremistas. De hecho hoy Le Pen no ha dejado de aprovechar lo sucedido ayer con el policía muerto, afirmando que va a pedir al Gobierno que reinstale las fronteras francesas de forma inmediata y que expulse a los foráneos que estén bajo vigilancia de los servicios de inteligencia.
ISIS precisamente lo que busca es que con sus atentados y barbaries, crezcan los partidos políticos xenófobos. De esta manera, la población musulmana se vería irremediablemente contra las cuerdas (más racismo, odio, marginalidad), creándose un caldo de cultivo interesante de cara a que los terroristas tengan una mayor facilidad para reclutarles y de paso tener a sus células terroristas y lobos solitarios dentro del país, preparados en cualquier momento para actuar sin remisión.
Así pues, aunque las autoridades francesas son plenamente conscientes de todo esto, es imposible un 100% de seguridad de aquí al domingo (ya vimos lo que sucedió ayer). Esperemos que los franceses puedan votar libremente sin incidencia externa vía violencia.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es
wisetrend.es