Vamos a ver qué son los depósitos combinados o depósitos estructurados o fondos combinados (tienen varias denominaciones), que se venden bajo un formato o envoltorio muy atractivo pero que contienen una letra pequeña que puede ocasionar pérdidas y los clientes suelen desconocer.
Un depósito estructurado no tiene nada que ver con un depósito tradicional. Aunque el concepto “depósito” siempre se equipara a algo seguro y garantizado, en este caso no es así. Por tanto, no se tiene garantizado el capital invertido, es decir, no sólo no le pueden prometer una ganancia (ya que hasta el día de su vencimiento no se conoce), sino que tampoco le pueden prometer no perder dinero con la inversión.
Para explicarlo de manera sencilla, podría decirse que un depósito estructurado es una especie de “depósito bancario” en el que al vencimiento se recupera el capital invertido, un capital que estará sujeto a una rentabilidad vinculada a la evolución de uno o varios índices bursátiles, de la cotización de un grupo de acciones, divisas o cualquier otro activo.
Por tanto, un depósito estructurado se compone de dos subproductos:
- Un depósito clásico a renta fija.
- Una parte invertida en renta variable vinculada a la evolución de un activo subyacente (puede ser la cotización de una acción, una cesta de acciones, un índice bursátil, un fondo de inversión, divisas, materias primas). Es precisamente esta parte la que finalmente hará que la inversión sea positiva o negativa.
En lo referente al primer subproducto (garantizado), los plazos se sitúan entre los 12 y los 14 meses, ofreciendo rentabilidades TAE en torno al 0,30%-1,50%.
Respecto al segundo subproducto, ahí el resultado dependerá de la evolución bursátil de los activos donde se ha invertido.
La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) dice literalmente lo siguiente: “consisten en la unión de dos o más productos financieros en una sola estructura. Normalmente, lo más común suele ser un producto de renta fija más uno o más derivados. Estos productos son de carácter complejo y cuentan con elevado riesgo”.
Importante no cometer el error y en vez de suscribir un depósito estructurado hagamos un bono estructurado. ¿Por qué? Pues porque la diferencia entre un bono y un depósito estructurado radica en que el bono sólo está garantizado por el banco que lo emite, mientras que el depósito también cuenta con el respaldo y el aval del Fondo de Garantía de Depósitos que cuenta con el límite de hasta 100.000 euros por cliente y entidad. No hace falta que les recuerde lo acontecido con los bonos estructurados de Lehman Brothers, que fueron comercializados por bancos españoles y que al quebrar Lehman, los clientes se temieron lo peor con su dinero invertido, ya que solo el emisor responde del bono.
Las ideas a tener muy en cuenta son las siguientes:
- – La rentabilidad que se obtiene es superior a la de los depósitos tradicionales pero a cambio se asume el riesgo de que la rentabilidad sea nula o negativa, máxime si consideramos que en la mayoría de los casos, el 50% de nuestra inversión se coloca en este segundo subproducto.
- – Se pueden sufrir pérdidas debido a las fluctuaciones de cotización de los fondos de inversión asociados al depósito.
- – Es un producto de inversión no apto ni recomendable para todo ahorrador, aunque a priori la inversión mínima requerida es asequible, oscilando entre los 600 y los 6.000 euros y el plazo temporal está entre los 3 y los 5 años.
- – Generalmente, los depósitos estructurados presentan una menor liquidez que los depósitos tradicionales, en unos casos no permite la cancelación anticipada (trasladan a los clientes los costes derivados de modificar la estructura ante eventuales salidas de capital, una comisión que suele oscilar entre un 1,5% y un 5% del importe invertido), y en otros casos sí lo permite pero pagando un alto peaje en concepto de gasto o comisión.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es
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