En el último mes y medio, el precio del barril de petróleo Brent se ha elevado en diez dólares: el equivalente a un encarecimiento del 22%. Como resultado, todos aquellos precios dependientes en mayor o menor medida del petróleo —muy especialmente los del combustible o el gas— también han empezado a virar al alza: un movimiento que cobrará nuevos bríos con el cambio de año, cuando las empresas aprovechen para decretar nuevos aumentos de los precios que los alineen con su nuevo coste de producción.
El encarecimiento del petróleo es una de las peores noticias con que puede castigarse a nuestra economía. Nuestro aparato productivo es uno de los más dependientes del crudo del planeta, lo que nos vuelve muy sensibles a cualquier variación del coste de extracción del oro negro. No por casualidad, el actual período de vigorosa recuperación económica coincide con el desplome internacional del precio del crudo. Si éste volviera a incrementarse de manera notable, a buen seguro nuestro crecimiento se vería estrangulado.
Es verdad que todavía estamos lejos de un contexto global en el que el petróleo recupere las altas cotas de precios que alcanzó antes de 2014: la demanda internacional de crudo no está expandiéndose a tasas aceleradas y su oferta, merced a la presión competitiva que impone el fracking estadounidense, tiene todavía bastante recorrido como para frenar encarecimientos gigantescos.
Sin embargo, no deberíamos dormirnos en los laureles pensando que esta época de petróleo extraordinariamente abaratado se va a mantener de manera indefinida: conforme la economía mundial continúe expandiéndose, es harto probable que la demanda termine cazando a la oferta y, en tal caso, los costes aumentarían bastante más de lo que lo han hecho en el último mes y medio. De ahí que deberíamos aprovechar la coyuntura actual, y su rápida repercusión en los precios finales de bienes y servicios, para recordar que el cambio de modelo productivo que iniciamos hace tres años no puede frenarse: entre otros objetivos, hemos de minorar nuestra dependencia de un petróleo que tarde o temprana tendrá que encarecerse. Pensar que todo el trabajo ya está hecho sólo nos expone a reveses como el que viviremos en unos ideas.