Alberto Cuenca, economista y experto en Bolsa arroja el dardo: «Los que estáis obligados a escribir todos los días, por una u otra razón, incluso por devoción, cometéis errores de bulto más que los que nos dedicamos a mirar las cosas de la Bolsa con mayor distancia. Lo mismo sucede con los predicadores de las radios y de las teles, con los analistas de Bolsas, con los economistas de moda. No hay argumentos diarios para explicar lo que sucede ni las cosas suceden de un día para otro como los cronistas nos hacen creer. Una compañía no varía su balance en cuestión de minutos. Los bancos siguen abiertos, las compañías eléctricas nos abastecen de luz, como las petroleras o las telecos. Los sucesos fuera de control de los mercados, reflejados en unas cotizaciones diarias (es más, en un mismo día los valores más líquidos marcan cientos de precios) unas veces nos acercan al fin del mundo y otras, al tocar el cielo con las yemas de los dedos. El despelote general de los mercados, a los que los Reguladores les cuesta regular, pasan del pánico al éxtasis en cuestión de minutos. Lo hemos visto, como ejemplo, con los bancos tras la victoria de Trump. La banca USA se volvió loca de alegría al día siguiente y otras días más. Contagió al resto de los bancos mundiales. En las última jornadas las ganancias se han tornado bajas y, otra vez, contagio. Vuelta a empezar…»
«Y aquí vienen los disparates en las crónicas: que si el Popular no puede con su cuerpo (algo que los bolsistas sabemos desde hace más de un año), que si la banca italiana está descojonada (también lo sabemos desde hace años), que si la banca alemana ha estado ocultando pérdidas (también se ha denunciado hace mucho tiempo) que si patatín que si patatán. Son las máquinas ¡estúpidos! el factor humano no cuenta desde hace mucho tiempo. Por eso, los ordenadores del mundo se siguen los unos a los otros: hoy toca vender bancos y todos caen en el Planeta Tierra; o vender telecos, más de lo mismo. O comprar, eléctricas, idem…»
«¿Cuándo se adueñaron las máquinas de los mercados ¿hace 10 años? Esa es la fecha promedio. He buscado en los archivos y me gusta este enlace de Antonio Pérez Lobato escrito el 4 de abril de 2014. Sigue de máxima actualidad. Decía que eEn el trading, la velocidad es la ventaja definitiva, y las maquinas llegaron en esta década a Wall Street para revolucionarlo todo. El desarrollo de algoritmos ha cambiado el mercado para siempre y la negociación de alta frecuencia crece cada vez, convirtiendo la competencia de los minoristas en algo casi anecdótico…»
«…Quedan muy atrás los corros y las compras, el mercado ha ido evolucionando hasta podar los intermediarios humanos y han dejado paso a los ordenadores. En el escalón más arriba estaría el trading de alta frecuencia, donde la velocidad llega al millón de operaciones por segundo.
¿Cómo funciona este modelo de trading? Si queremos simplificarlo mucho y emplear una imagen, podríamos utilizar el algoritmo de Google. Como este, en este tipo de trading prevén cómo van a funcionar los mercados desde una técnica cuantitativa. Los partidarios de este sistema añaden que también aumentan la liquidez y rebajan la volatilidad, pero también sufre de la ecuación de a más riesgo, más beneficio. El algoritmo puede fallar y, alcanzados unos niveles las señales se interpretarían de forma errónea, provocando una debacle en segundos. Pasó por ejemplo en mayo de 2010, cuando el Dow Jones sufrió lo que desde entonces se denomina Flash Crash: la segunda mayor caída en puntos, 1.010, y el mayor desplome intradía en la historia del índice.
“A largo plazo no es consistente”. Gisela Turazzini, co-fundadora de Blackbird reivindica que este sistema deja totalmente de lado “la psicología de la inversión”. A su favor, la experta explica que efectivamente “parametrizan” todas las variables para “leer” que va a hacer la acción o el índice, pero que con esto se puede ganar en “mercados a favor o corregir caídas, pero a largo plazo no estás haciendo trading. Estás jugando con máquinas”.
Pero el modelo romántico del trading que defiende Turazzini está quedando poco a poco arrinconado.El año pasado, más de la mitad de las operaciones en Wall Street se efectuaron mediante speed trading y en Europa ya han escalado hasta algo más de un tercio. Desestimada la competencia con los sistemas tradicionales, se intensifica entre las compañías dedicadas a este tipo de operaciones. Según la consultora Tabb Group, las entidades dedicadas a este tipo de contratación se van a repartir cada vez menos beneficios y pasaran de los 7.200 millones de 2009 a poco más de 1.300 durante el año pasado.
El asunto se ha vuelto más candente con la publicación del libro de Michael Lewis Flash Boys donde el ex broker convertido en periodista denuncia que los mercados financieros estarían amañados con estas prácticas. La acusación de Lewis se enfocaba en el front running, una práctica en la que la velocidad de los traders de alta frecuencia le puede costar dinero al oponente. Así, cuando el minorista ejecuta una orden de compra, interfieren estos brokers que, con su mayor velocidad, se hacen con varios de los títulos que iba a adquirir el otro comprador y se los revenden en la misma operación. Básicamente, ejercen de aduana artificial y se interponen, comprando y ganando una plusvalía antes de que concluya la transacción. Y la mayor parte de las veces, ni siquiera queda reflejado, solo se percibe que en el paquete que se ha adquirido, no todas las acciones han sido compradas al mismo precio.
Es poco margen en cada una de las transacciónes, un beneficio residual. Pero realizan un millón al segundo durante toda una jornada de bolsa de prácticamente 24 horas, contando los mercados asiáticos, norteamericanos y europeos.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa