La pregunta que comienzan a hacerse los inversores es si el Banco Central Europeo moverá ficha en su próxima reunión del 8 de septiembre. Y es que toda decisión adoptada por un banco central tiene repercusiones directas en los mercados financieros.
En principio, y si todo transcurre como debiera, no se esperan nuevos recortes de las tasas ni tampoco más compras de activos. En todo caso podría hacer hincapié en que el actual programa de compra de bonos se ampliará en el tiempo, alargándose tras marzo del 2017 que expiraba, concretamente seis meses más. De todas maneras, podría perfectamente reservarse esa munición y esperar a la reunión de diciembre cuando el tema de las elecciones de USA, el efecto del Brexit y el tema de gobierno en España sean cuestiones menos indecisas.
No cabe duda que ello supondría un alivio para el mercado de deuda teniendo en cuenta los frentes que se avecinan (elecciones en Alemania y Francia en 2017, incertidumbre política en España, crisis de la banca italiana, referéndum en Italia y riesgo de dimisión de Renzi, etc, etc).
La idea del BCE será no acometer novedades pero dejando el mensaje nítido de que la entidad seguirá con todas las opciones abiertas.
El tema de Italia es sin duda alguna uno de los focos que más preocupa al BCE. Por un lado la banca italiana. Tengan en cuenta que el sector tiene cartera de créditos morosos, concretamente 360.000 millones de euros, hecho que supone nada más y nada menos que el 22% del PIB de la tercera mayor economía de la zona euro. Por otro lado, el referéndum sobre la reforma constitucional al que Renzi ha vinculado su continuidad, ya que si no sale adelante dimitirá.
En España, la banca no tiene los problemas de la italiana, pero eso no quiere decir que no estén preocupados. Los bajos tipos de interés unido a una actividad crediticia que deja mucho que desear, son elementos que terminarán afectando negativamente a los beneficios, por lo que el sector ha optado por reaccionar mediante recortes de plantilla y más adelante seguramente con nuevos procesos de fusiones.
En el gráfico pueden ver el índice sectorial bancario europeo, cómo formó un suelo el pasado mes de julio a partir del cual está rebotando al alza, una subida interesante porque supera los máximos de agosto y la lleva a cabo con máximos y mínimos crecientes, en un canal alcista e intentando superar la directriz bajista. Recordemos que las Bolsas del Viejo Continente tienen una elevada exposición a los bancos, de manera que si el sector no sube difícilmente las Bolsas pudieran tener un ascenso sostenible.
¿Y la cuestión de los tipos negativos? En el verano del 2014, concretamente en el mes de junio, el BCE recortó los tipos de interés por debajo de cero. El objetivo no era otro que animar a la gente a gastar más, pero lamentablemente el efecto conseguido ha sido precisamente el contrario, está provocando que las personas ahorren. Este hecho es una evidencia oficial en países como Alemania, Japón, Suecia, Suiza y Dinamarca, donde algunos de ellos han llegado a niveles de ahorro no vistos desde el año 1995. De momento la Fed y el Banco de Inglaterra se niegan a recurrir a tasas negativas.
La idea inicial era que las bajas tasas de interés deberían animar a los consumidores y a las empresas a gastar más, de manera que ese incremento del gasto crearía una mayor demanda de bienes, subiría la inflación e impulsaría el crecimiento económico. Evidentemente no están saliendo los planes como era de desear. La segunda pata de la mesa consistiría en que los bajos tipos depreciarían las respectivas divisas e impulsarían las exportaciones. Este segundo punto se está logrando parcialmente.
Es un tema delicado ya que se corre el riesgo de que apretaría demasiado a los bancos y los préstamos a empresas y familias se reducirían aún más si cabe.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es