Desde hace año y medio, el Banco Central Europeo (BCE) le compra títulos de deuda pública y privada al sistema financiero continental por importe de 80.000 millones de euros al mes. Se trata, sin embargo, de un regalo envenenado, dado que simultáneamente el BCE también les cobra a las entidades crediticias europeas unos intereses anuales del 0,4% sobre sus reservas de liquidez: es como si mi vecino me vendiera su casa por 100.000 euros pero, mientras no se decidiera a gastarse los 100.000 euros, yo le cobrara una comisión anual de 400 euros. En el caso de los bancos europeos, se estima que los tipos negativos impuestos por el BCE pueden llegar a costarles hasta 5.000 millones de euros por año.
Ante esta situación, las entidades financieras solo cuentan con dos alternativas para tratar de compensar el agujero con el que les ha castigado el BCE: o incrementar sus préstamos a familias y empresas (de modo que las mayores ganancias que obtengan por esta vía compensen las pérdidas que las desangran por la otra) o repercutirles el coste extraordinario de los tipos de interés negativos a sus clientes (es decir, a todos los que mantenemos una cuenta corriente en el banco).
Evidentemente, el BCE desearía que las entidades europeas siguieran el primer camino: más crédito al sector privado para relanzar a golpe de deuda la languideciente economía continental. Sin embargo, los bancos continentales no parecen estar por la labor: las oportunidades de inversión en muchas partes de la hiperregulada e hiperfiscalizada Europa no son lo suficientemente abundantes como para que los bancos se lancen a asumir nuevos riesgos prestando a trote y moche. De ahí que la opción por la que empiecen a apostar sea la de trasladar su sobrecoste financiero a los ciudadanos.
Así, una pequeña cooperativa de crédito alemana, el Raiffeisenbank Gmund & Tegernsee, anunció la semana pasada que comenzará a cobrar unos intereses del 0,4% a aquellos depositantes con un saldo superior a los 100.000 euros. Se trata, de momento, de la primera entidad europea que adopta de manera explícita este camino: probablemente en el futuro lleguen otras más. Y si no les terminan cobrando intereses de manera transparente y directa, a buen seguro lo harán por métodos más indirectos y oscuros (como mayores comisiones). Lo que de ninguna manera sucederá es que un oligopolio legalizado como la banca se tragará íntegramente unas pérdidas extraordinarias de 5.000 millones de euros al año.
Vaya preparándose, pues, para pagar más a la banca como resultado de la desnortada política monetaria del Banco Central Europeo. Como no se quiere impulsar una sana recuperación económica con liberalizaciones y reducciones de impuestos, las autoridades europeas parecen haber optado por dopar el crecimiento con políticas monetarias heterodoxas —tipos de interés negativos— y éstas inevitablemente acaban transformándose en todo un tortazo para los depositantes. Los tipos de interés negativos del BCE son un nuevo impuesto sobre todos los ahorradores europeos.
Juan Ramón Rallo
juanramonrallo.com