Hace unas semanas el famoso inversor Bill Gross alertaba a los inversores que el mercado de deuda está en una gran burbuja financiera que explotará en cualquier momento.
«Rentabilidades globales en sus niveles más bajos en 500 años de historia registrada. Diez billones de dólares de bonos en tasas negativas. Esto es una supernova que explotará algún día», afirmaba Gross.
El famoso economista William White, que fue capaz de adelantar la crisis económica de 2007, se pronuncia en la misma línea: «Las deudas soberanas han seguido creciendo a lo largo de los últimos ocho años hasta unos niveles tan altos que se han convertido en un peligrosísimo factor de riesgo».
La deuda pública de EE.UU. ha pasado del 64% del PIB en 2007 a superar el 100% del PIB en 2015. La deuda pública en España ha pasado del 35% del PIB en 2007 hasta rozar el 100% en 2015.
La burbuja financiera en el mercado de deuda es uno de los temas que más preocupan a los inversores para el largo plazo. En este punto nos parece conveniente traer a estas páginas la explicación que hace el prestigioso economista Kohoutek Velasco sobre las burbujas financieras:
Las burbujas financieras/fiscales son fenómenos del mercado provocados por el alza ficticia de algún “bien” cuyo valor se incrementa debido a condiciones completamente distintas a las que posee en realidad, ya sean suposiciones de inversores, manipulaciones al mercado o fiebres repentinas por adquirir dicho bien – Y esto solo por mencionar algunas de las causas posibles, pues existen una infinidad de variables que pueden contribuir a esta alza indiscriminada. – Y, tras pasar el buen momento, dicho bien tiende a caer incluso a un valor menor que el verdadero, provocando pérdidas, malestares económicos y hasta crisis mundiales.
Imagina entonces a las burbujas como una enorme, larga y sensacional fiesta, aquella considerada como la mejor de todas; algo excepcional que nadie ver terminada aun cuando tiene lugar sobre las ramas de un frágil árbol. Todo mundo quiere entrar, todo mundo añade algo para prolongar la festividad con el fin de que sus participantes ni se aburran, ni se retiren, menos cuando todo parece ir viento en popa y hay diversión a raudales pese a los constantes crujidos que emiten las ramas del árbol. Ahí viene lo bueno: La ruptura. Ese momento donde la fiesta acaba de golpe, cuando todo se quiebra y hay heridos, resacas, pérdidas, cierres y un grito casi a coro: “Jamás lo vi venir”
Ejemplos hay varios, uno de los más ilustrativos es el ocurrido durante la “Tulipomanía” en los Países Bajos durante el Siglo XVII, cuando el fervor por los Tulipanes alcanzó tal fervor que se comerciaban a precios estratosféricos y a bienes como mansiones o tierras enteras, aunque lo peor vino cuando comenzó a comerciarse con cultivos que todavía no se realizaban, inflando aún más el precio de este bulbo que, cuando retomó su valor real, dejó una crisis generalizada debido a las inversiones hechas directamente en esta flor.
Por otro lado está uno de los ejemplos más recientes e importantes: El de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos cuyos orígenes se remontan a la bonanza vivida en cuestión de propiedades e hipotecas, tanta fue su demanda que incluso se establecieron créditos especiales para quienes no eran “prospectos idóneos” llamados “Subprime”. Este, junto con otros instrumentos de inversión y la falta de claridad por parte de bancos y calificadoras – Encargadas de decir que tan buena es la herramienta fiscal –formaron una burbuja de especulación y falso crecimiento concluida cuando los índices de morosidad se volvieron la punta del iceberg que sería la crisis mundial de esos ayeres – que todavía vemos por aquí hoy en día-.
El factor común es evidente: Una elevación absurda en el valor de ciertos bienes y gente dispuesta a elevarlos aún más.
Las consecuencias son varias pues los múltiples impactos a la economía en diversos sectores contagiados por la desconfianza crediticia o la falta de liquides terminan por ser detonantes de grandes crisis donde, muchas veces, la solución propuesta desde las cúpulas centralizadas suele ser la creación de una burbuja nueva, “Del after” de esta fiesta que pareciese, jamás acabar.
Kohoutek Velasco ponía dos ejemplos de burbuja financiera: La de los tulipanes en Holanda y la inmobiliaria en EE.UU. La posible burbuja de deuda es mucho mayor que ambas, y sus repercusiones serán bastante más negativas. Veremos cómo evoluciona, pero es algo por lo que estar preocupado.
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa