Los bancos no ganan para sustos. Las consecuencias de la decisión de Reino Unido de dejar la Unión Europea se han extendido por toda Europa hasta su extremo sur, donde Portugal está tratando de contener en silencio una crisis bancaria. Desde el shock que provocó la decisión del «brexit» el 23 de junio, la atención del sector bancario se ha centrado principalmente en Italia, donde la morosidad es una preocupación y las acciones de las entidades financieras se han desplomado, al igual que la confianza. Las tensiones políticas en Europa también se han profundizado: Roma y Lisboa están tratando de flexibilizar las normas europeas para ayudar a los bancos en problemas pero se están encontrando con la resistencia de la potencia económica Alemania y el ejecutivo Europeo, la Comisión Europea. «Está poniendo a todo el sistema bancario bajo presión», dijo Gunnar Hokmark, diputado del Parlamento Europeo, haciéndose eco del nerviosismo expresado por inversores entrevistados por Reuters. «Será grave para países con una situación frágil», dijo Hokmark, que ayudó a redactar la normativa que impone las pérdidas a los bonistas y grandes depositantes de los bancos quebrados, que Portugal e Italia quieren suavizar para permitir la ayuda estatal.
Los problemas de Portugal han atraído menos titulares que los de Italia, pero sus consecuencias no tienen por qué ser menos dolorosas. Las estadísticas muestran que los ahorros portugueses se están gastando, al contrario que en Italia, y la deuda privada es mucho mayor.
Un responsable de la Unión Europea que pidió no ser identificado dijo que la situación de Portugal era tan crítica como la de Italia pero era poco probable que se tratase con indulgencia porque era más pequeño y no suponía una amenaza «sistémica» a la estabilidad financiera de Europa.
Portugal discrepa.
«Mires donde mires, hay una amenaza o un riesgo», dijo Filipe Garcia, experto financiero y consultor en Portugal. «Si el brexit evoluciona a una crisis de confianza o financiera, será más difícil para Portugal».
SITUACIÓN PARECIDA
Los bancos de ambos países están bregando con la morosidad y necesitan más capital. Aún así, con deudas públicas superiores al 130 por ciento del Producto Interior Bruto, ninguno tiene mucho margen para ayudar.
El rescate de 2.000 millones de euros del banco Banif por parte de Lisboa el año pasado hizo descarrilar los objetivos de gasto de Portugal y ahora planea una amenaza de sanción por parte de Bruselas.
La Comisión Europea inició un proceso disciplinario contra España y Portugal el jueves por déficit excesivo en 2014 y 2015.
Ahora necesita recapitalizar su mayor entidad, la estatal Caixa Geral de Depositos, donde la morosidad ha abierto un agujero en sus finanzas que según algunos cálculos podría ser de hasta 5.000 millones de euros.
Convencer a los inversores podría ser imposible después de que el banco central penalizara a los bonistas en otro banco en problemas, Novo Banco. Algunos han emprendido acciones legales para recuperar su dinero, mientras los intentos por vender Novo Banco apenas han avanzado.
Millennium, que ha mostrado interés, se ha visto desalentado por el caos postbrexit, durante el cual su valor bursátil, ya mermado, cayó casi un cuarto tras conocerse el resultado del referéndum, antes de iniciar una recuperación moderada.
El Brexit también ha sido citado por el ministro de Finanzas portugués cuando revisó la previsión de crecimiento.
El Fondo Monetario Internacional advirtió en su último informe que los bancos habían prestado mucho a «empresas de productividad bajas». Los datos reflejan que una quinta parte de los préstamos a empresas corren el riesgo de impago -el doble que el nivel de 2011.
Complicando el problema, las cifras del BCE muestran que mientras que los depósitos bancarios en Italia continúan con una ligera tendencia alcista a más de 1,6 billones de euros, en Portugal han caído desde 2012.
La deuda privada en Portugal casi duplica el tamaño de su economía y es significativamente superior que la de Italia, según Eurostat, la agencia de estadística de la UE.
«El brexit puede tener un impacto en las perspectivas económicas de Portugal (…) que puede tener un efecto en los bancos», dijo Roger Turro, analista de la agencia de rating Fitch, aunque dejó claro que sólo veía una influencia a largo plazo.
Pero la alarma está creciendo porque Portugal corre el riesgo de perder el acceso al programa de compra de bonos del Banco Central Europeo, cuyo objetivo es revitalizar el crecimiento económico de la zona euro, y solo una agencia de calificación le mantiene el grado de inversión.
El Gobierno luso, liderado por el primer ministro socialista Antonio Costa, ha frustrado a Alemania, el país más fuerte e influyente de la zona euro, al dar marcha atrás a reformas económicas anteriores.
CARRERA CONTRARRELOJ
Lisboa está considerando ahora si copia el modelo de banco malo utilizado, aunque con limitado éxito, en Italia.
El gobernador del banco central Carlos Costa ha pedido una dispensa de las estrictas normas europeas que requieren que las pérdidas las asuman los bonistas de los bancos rescatados por el Estado.
Describió los problemas de los bancos como «sistémicos», un término usado en la crisis de deuda de la zona euro como una señal de contagio catastrófico al sistema financiero más amplio.
El hundimiento de las acciones de los bancos podría convertirse en sistémico si, por ejemplo, los depositantes caen presas del pánico y retiran su dinero.
Ya existen ejemplos de un fenómeno similar. El brexit, por ejemplo, está dificultando a los bancos pedir prestado, no sólo en Reino Unido sino en la vecina zona euro.
El valor de los bonos AT1 (Additional Tier 1), el tipo de deuda con más riesgo que un banco puede vender, han bajado buscamente desde que Reino Unido votó por el «brexit».
Los datos de mercado muestran que esta tendencia, que hacen más caro para los bancos vender esos bonos, es más aguda para el italiano Unicredit y el alemán Deutsche Bank que para los bancos británicos.
Ante la perspectiva de más tensión por delante, el tiempo se agota para que Portugal e Italia alcancen un acuerdo.
El ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schaeuble sugirió la semana pasada que Portugal podría necesitar otro rescate internacional después de recibir en 2011 un paquete de ayudas a tres años de 78.000 millones de euros de la UE y el FMI.
Un segundo alto cargo de la zona euro descartó tal posibilidad y dijo que el riesgo de un rescate se ha enfocado más en Italia.
«Si no hay rescate de Italia, entonces podría haber una fuga de capital en los bancos», dijo Thomas Mayer, que dirige un instituto de análisis propiedad del gestor de fondos alemán Flossbach von Storch.
«Si hay un rescate, por otra parte, la deuda de Italia alcanza tal punto que parece poco probable que pueda devolverla».
John O’Donnell y Andrei Khalip
La Carta de la Bolsa