El viernes pasado publicábamos un artículo en el que mostraba mi disconformidad ante los términos “dinero listo” y “dinero tonto” para referirse a los inversores profesionales y particulares respectivamente. Les indicaba que el calificativo “dinero listo” no parece ajustarse a los rendimientos de sus operaciones en los mercados, y hoy les mostraré como el “dinero tonto” tampoco.
Los analistas de Spark Finance, LLC exponen el caso de dos inversores particulares autodidactas que sin relación profesional previa con los mercados, consiguieron hacerse millonarios invirtiendo en bolsa. Hoy les hablaré de uno de ellos y mañana probablemente del otro.
La historia de Nicolas Darvas
En 1943, era un veinteañero con una vida normal. Mientras estudiaba economía en la Universidad de Budapest se dio cuenta que solo era cuestión de tiempo que los nazis o la Unión Soviética ocuparan su país, por lo que huyó a Turquía con 100 dólares.
Desde allí se dirigió a Europa y finalmente a los EE.UU. donde se instaló en 1951. Una vez en América se entrenó para convertirse en bailarín de salón, hasta que se hizo profesional.
En un momento dado, un promotor que le había contratado le preguntó si podía pagarle con acciones en vez de con dinero. Darvas hasta entonces no había tenido experiencia en el mercado de valores, pero debido a las dificultades del promotor aceptó cobrar 3.000 dólares que se le debía en acciones que cotizaban en aquellos momentos a 0,50 dólares.
Darvas se olvidó de aquellas acciones hasta que un día se le ocurrió echar un vistazo dos meses más tarde y para su sorpresa vio que cotizaban a 1,90 dólares la acción. La facilidad con la que obtuvo un beneficio de 8.400 dólares le intrigó, por lo que dedicó más de sus activos a los mercados.
Sin embargo, al igual que muchos aficionados en su primera aproximación a la bolsa, acabó con la mayor parte de ese capital en los siguientes años. Tras perder ese dinero estudió el mercado de manera obsesiva, analizando con detalle los periódicos financieros, los informes de resultados de las empresas, devorando decenas de libros como:
– El ABC de la inversión de R.C. Effinger.
– El mercado de valores de Dice & Eiteman.
– El mercado de valores y como funciona de B.E. Schultz.
– El beneficio en el mercado de valores de H.M. Gartley.
– Beneficios consistentes en el mercado de valores de Curtis Dahl.
– Usted puede hacer dinero en el mercado de valores de E. J. Mann.
A través de ensayo y error él también aprendió un conjunto de reglas de inversión que las siguió de manera impecable:
1. No debo seguir a los servicios de asesoramiento. No son infalibles.
2. Debo ser cauteloso con los consejos de los intermediarios. Pueden estar equivocados.
3. Debo ignorar los dichos de mercado, no importa lo antiguos o venerados que ellos sean.
4. No debo operar con acciones fuera de mercado. Solo en aquellas donde haya un comprador siempre que yo quiera vender.
5. No debo escuchar a los rumores. No importa lo bien fundados que ellos parezcan.
6. El enfoque fundamental funciona mejor que los juegos de azar.
7. Es preferible mantener una acción por un largo periodo de tiempo, que docenas de acciones por un corto periodo de tiempo.
El diseñó un sistema de inversión denominado “la caja de Darvas” que consistía en enumerar una serie de industrias que lo harían bien en el largo plazo. Luego escogía las mejores acciones fundamentales de esas industrias, centrándose en aquellas de mayor precio para marginar los efectos de las altas comisiones. Luego esperaba. (Todo esto ocurrió mucho antes de internet y del fácil acceso de los particulares a los mercados)
Al analizar la evolución de las acciones, Darvas observó que los títulos solían cotizar en rangos basados en un conjunto específico de reglas. Definía el límite superior como el precio más alto alcanzado durante un avance que no fuera penetrado al menos durante tres días consecutivos, y el suelo todo lo contrario.
Una vez identificado ese rango, Darvas daba instrucciones a su agente para comprar acciones justo por encima de la parte alta de ese rango, y establecía un stop de pérdida justo por debajo de la parte inferior. Si otro rango se formaba en la parte superior del primero, añadía posiciones cuando fuera perforado al alza con un stop de protección en la parte inferior del más reciente.
Utilizando este sencillo método, Darvas pasó de 30.000 dólares a 2,45 millones de dólares en 18 meses durante el mercado alcista de 1957-1958 (alrededor de 21 millones de dólares de 2016). Él publicó un libro en 1959 con esta hazaña con el título, “cómo hice 2 millones de dólares en el mercado de valores”.
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa