«El capital se aleja de las bolsas y los bonos europeos«. Así de expeditivo se muestra Christopher Whittall y Riva Gold/The Wall Street Journal. Dice que los inversionistas se fugan de Europa. Los gestores de fondos están retirando dinero de los mercados europeos de acciones y deuda debido a sus preocupaciones sobre el fracturado ambiente político en el continente, las bajísimas tasas de interés, la debilidad de los bancos y la prolongada postración económica. Los inversionistas han vendido durante casi 15 semanas seguidas fondos que cotizan en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) vinculados con el desempeño de las bolsas europeas, según datos de UBS Group AG. Es el período más largo desde 2008. Mientras tanto, las salidas de fondos de los bonos de la zona euro superaron a los ingresos en más de 500.000 millones de euros al final de marzo, de acuerdo con un análisis de Pictet Wealth Management a partir de información del Banco Central Europeo. Los inversionistas se están alejando del creciente stock de deuda europea con rendimientos negativos…»
Y esto me recuerda el artículo escrito en LACARTADELABOLSA el 1 de febrero por Mar Revuelta: “¿Será este año el de la Gran Rotación USA vs Eurozona? ¿Sonará la flauta?…”
«Llevamos un par de años de fiascos y desencuentros entre analistas y mercados, entre realidad económica y financiera. Una vez más, los analistas, estrategas y observadores han vuelto a errar en sus pronósticos por intentar pintar el mundo de la inversión de color de rosa. La realidad, no obstante, sitúa las cosas en su sitio. Hace tiempo, mucho tiempo, que los predicadores llevan insistiendo en lo que se conoce como Gran Rotación de activos desde los mercados USA hacia la Eurozona. Hasta ahora ha sido más un deseo que una realidad. La Gran Rotación, en efecto, ha existido, pero desde los mercados de bonos y de acciones hacia la Liquidez. O dicho de otro modo, no se ha producido la migración desde los bonos a las acciones como pronosticaban la mayor parte de los mariachis. Los observadores más fríos pronostican un escenario de tipos de interés al alza de manera progresiva en el que ningún activo está a salvo. Los inversores extreman la cautela. Se muestran expectantes y temerosos, pero no hay que perder la esperanza ¿Sonará este año la flauta?», me dice el director de ventas de una sociedad de Bolsa.
Ha escrito Óscar R. Graña en Funds People: Valoraciones atractivas, mejora de los resultados empresariales, recuperación económica, efectos positivos que la caída del precio de las materias primas y la depreciación del euro tendrá sobre la actividad… Todos ellos son argumentos sobre los que se han apoyado analistas y gestores para argumentar sus perspectivas favorables para el mercado de renta variable europeo el próximo año. Sin embargo, son pocos los que han reparado en que durante los últimos años ha existido una correlación casi perfecta que, de mantenerse, conduciría a pensar en un comportamiento favorable de las acciones europeas a corto-medio plazo. Dicha correlación es la que relaciona los programas de Quantitative Easing con la evolución de los mercados de renta variable, tanto en el caso de Estados Unidos como de Europa.
Esto ha funcionado en el pasado a ambos lados del Atlántico, lo cual no es garantía de que vaya a hacerlo en el futuro en Europa, región que casi con toda seguridad será regada el próximo año con el QE que aplicará el BCE. No obstante, sí es un poderoso argumento utilizado por muchos expertos que, tras lo visto en los últimos años, consideran que la influencia de los programas expansivos de los bancos centrales sobre la renta variable son indiscutibles. La prueba más evidente en la que se apoyan los defensores de esta teoría es en la perfecta correlación que ha existido durante los últimos años entre los programas de QE de la Fed y la evolución del S&P 500 (ver gráfico 1). “Es una verdad incómoda sobre el mercado alcista que hemos vivido durante los últimos seis años, ya que invita a preguntarse sobre qué sucederá cuando la autoridad monetaria empiece a reducir su balance”.
Es la cuestión que se plantea Lionel Rayon, gestor de Schroders, quien recuerda que, actualmente, el balance del banco central es de 4,45 billones de dólares, cifra que la Fed proyecta se mantendrá en el futuro cercano. “El problema aparecerá cuando retornemos a una política monetaria más normalizada, que devuelva el balance de la Reserva Federal a niveles muy inferiores a los actuales”. Por lo pronto, tras el el mercado se ha movido de manera lateral. ¿Y en el caso de Europa? ¿Ha existido esa correlación entre laxitud de la política monetaria y subida de su mercado de acciones? La respuesta es sí. Tal y como se puede observar en el gráfico que muestra Serge Pepin, especialista de producto en BMO Global AM, la relación entre los programas de estímulo de Mario Draghi y el comportamiento de la renta variable europea claramente ha existido (ver gráfico 2).
El comportamiento del MSCI Europe (en euros) fue positivo entre 2011 y 2013 -cuando el BCE bajó los tipos de interés-, entre 2012 y 2014, -cuando llevó a cabo su programa de OMT- y sobre todo a partir de la introducción del QE. La principal incógnita radica en si se mantendrá dicha correlación teniendo en cuenta que el BCE seguirá con su QE. Los defensores del sí se enfrentan a un problema. La correlación entre política monetaria y renta variable tanto en Estados Unidos como en Europa se ha producido en un contexto de programas de flexibilización monetaria a ambos lados del Atlántico. De cara al futuro, lo previsible será ver una divergencia de políticas monetarias, con la Fed endureciéndola y el BCE manteniendo laxitud, un escenario nuevo que podría abrir un entorno de mercado nuevo en el que dicho paralelismo dejase de existir, teniendo en cuenta que las correlaciones no son estáticas, sino dinámicas y, en consecuencia, van cambiando.
Fuente de los gráficos: Bloomberg.
Mar Revuelta
La Carta de la Bolsa