«Volatilidad,volatilidad. Todo mundo habla de volatilidad, pero muy pocos conocen lo que significa y, lo que es más importante, muy pocos saben qué es lo que hay que hacer en periodos de volatilidad tan acusados como los que vivimos desde hace meses. La volatilidad es un concepto que nos ayuda a medir la incertidumbre de un mercado o valor concreto cuando invertimos en bolsa. Desde el punto de vista del inversor, hablar de títulos volátiles suele significar que estos están sujetos a fluctuaciones “violentas”. Se puede dividir el concepto en dos, la concepción técnica y la psicológica. Es decir, si técnicamente podemos hablar de la dispersión de los precios respecto a una línea regresiva, desde el punto de vista subjetivo puede significar que la expectativa o percepción sobre un valor no es estable y fiable a medio plazo. Veamos a ver, a grandes rasgos, algunas maneras de medirla. Cuando los medios de comunicación hablan de un valor volátil suelen haberlo estudiado desde el punto de vista técnico utilizando varias posibilidades. Pueden realizar una comparación entre las variaciones de la acción respecto al índice sectorial o porque así se ha observado su desarrollo pasado respecto a otros valores similares. Como vemos, la volatilidad es un concepto difícil de estudiar como un valor aislado y solemos necesitar de la comparación con índices o estudio de la progresión pasada del valor. Para determinarla se puede utilizar un indicador de riesgo llamado “Beta”que lo que hace es comprobar la sensibilidad de una acción ante cambios en el mercado tales como ciclos económico, tipos de interés, etc…», me dice un analista bursátil, que añade:
«A más Beta, más volatilidad siendo 1.0 la igualdad con el mercado referencia (en nuestro caso el IBEX-35). Algunas acciones, por la propia naturaleza de las sociedades a las que pertenecen tendrán valores superiores a la media del mercado por verse muy afectadas por los ciclos económicos y otras variables. Un valor que sea el 25% más volátil que el mercado se describirá como Beta 1.25.
Si estudiamos el significado de la propia palabra “volatilidad” la RAE nos habla de precios inestables u oscilantes, ahora bien, si un valor progresa del mismo modo que el índice sectorial o no presenta valores muy alejados del BETA 1.0, la inestabilidad no es tanto del título en concreto sino que puede representar una tendencia o fluctuación del mercado.
Durante una sesión de bolsa se pueden experimentar cambios bruscos en los precios pero estos resultan muy difíciles de aprovechar. En este caso lo mejor es saber determinar las tendencias de mercado para aprovecharnos de las situaciones alcistas y bajistas.
Podemos entender la volatilidad como una falta de seguridad respecto a la progresión futura del precio de una acción u opción. Esto no significa que no exista una tendencia y podamos aprovecharnos de ella pero sí que ese valor en concreto puede tener unos movimientos menos predecibles que otros y por lo tanto podría sernos menos provechoso en un momento determinado…»
Y ahora, lo importante ¿Qué hace el dinero inteligente cuando arrecia la volatilidad? Un interesante enlace vía Funds People: Los inversores anglosajones suelen utilizar la expresión “smart money” (dinero inteligente) para referirse a los movimientos que efectúan los inversores institucionales, colectivo entre los que figuran muchos de los inversores más sofisticados del mundo. Un selecto grupo de elegidos, capaces de generar retornos en prácticamente cualquier entorno de mercado. David Goodsell, director ejecutivo del centro de análisis de Carteras Duraderas de Natixis Global AM, extrae de las decisiones de los institucionales dos importantes lecciones para que apliquen el resto de inversores, especialmente en momentos turbulentos del mercado: “La diferencia clave es que muchos de los que toman decisiones para inversores institucionales, que son responsables de la gestión de miles de millones en activos, entienden que la asignación de activos supone esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor”, adelanta el experto.
Orientarse hacia el mejor escenario posible…
Goodsell detalla que, en octubre de 2015, desde Natixis Global AM se pidió a 660 profesionales clave en la toma de decisiones sobre dinero institucional que dieran sus estimaciones sobre cuál sería la clase de activo con mejor comportamiento para el año siguiente. La respuesta mayoritaria apuntó hacia la renta variable: un 42% de encuestados apostó por la renta variable global, seguidos por un 33% que señaló a la renta variable estadounidense y un 25% que apuntó hacia la renta variable emergente. Además, un 20% identificó al private equity como el activo más rentable en 2016. Sin embargo, los profesionales encuestados declararon estar invertidos de forma diversificada en todo el universo, es decir, aunque considerasen que un segmento en particular de la renta variable se portaría mejor, invirtieron en muchos de los nichos que ofrece esta clase de activo.
Sin embargo, lo que Goodsell encuentra más sorprendente fue la apuesta por la renta variable tan sólo unas semanas después de que los mercados se desplomaran en agosto, ante el temor de que China ejecutase un hard landing. No obstante, cree que una explicación podría ser que, a pesar del repunte de la volatilidad, los institucionales pensaban en octubre que la renta variable seguía ofreciendo unos retornos mejores que los de los bonos.
“Basándonos en su creencia sobre la renta variable de finales de año, es fácil asumir que la estrategia institucional para 2016 haya sido torpedeada. Pero también podría parecer que la estrategia institucional ya tenía en cuenta este tiempo de contingencia”, observa Goodsell.
… pero sin bajar la guardia
La razón por la que Goodsell cree que los institucionales tienen un plan B tiene que ver con otro apartado de la encuesta impulsada por Natixis Global AM, en la que se preguntaba a los inversores por sus decisiones de compra y asignación de capital en 2016. Un 48% afirmó que incrementaría su asignación a renta variable, en coherencia con la opinión mayoritaria de que esta clase de activo sería la más rentable este año. Pero, curiosamente, un 50% afirmó que aumentaría su inversión en private equity, y un 46% afirmó que incrementará la exposición a deuda privada.
“Al ser organizaciones cuyo objetivo primario es generar los mejores retornos ajustados al riesgo, las instituciones ven muchas razones para considerar las estrategias alternativas: diversificación (65%), generación de alfa (51%) y amortiguación del riesgo (50%)”, explica el experto en Carteras Duraderas. Éste termina su análisis con una observación: “Al final, los objetivos para los que toman decisiones sobre dinero institucional, que son responsables de la gestión de miles de millones de dólares en activos, no son tan diferentes de los asesores y clientes de todo el mundo: hacer crecer el patrimonio, sin tomar un nivel de riesgo innecesario”.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa