Estados Unidos sigue desconcertando a los inversores. Por un lado es cierto que su economía presenta evidencia de debilidad, la inflación no termina de acrecentarse, la propia Fed ha confirmado que el crecimiento se ha desacelerado y que la inversión empresarial se ha moderado.
Por otro lado, desde la Fed no quieren tampoco transmitir un mensaje tan claro y rotundo, por lo que no quieren todavía hablar de la posibilidad de retrasar la subida de tipos de interés a la reunión del 21 de diciembre e incluso a la de febrero del 2017.
Pero los inversores no iban a esperar a escuchar los presagios, han tomado la delantera y la iniciativa, descontando ese escenario, por lo que el billete verde ha sufrido una apreciable depreciación frente al resto de divisas.
La cuestión es que la apreciación que experimentó el dólar estos meses atrás y su incidencia negativa en los resultados empresariales es un motivo de peso para que Janet Yellen y su equipo sean cautos y pacientes a la hora de normalizar la política monetaria.
Algunas conclusiones a tener en cuenta:
– La caída del crudo y la apreciación del dólar implica que la inflación permanecerá baja durante un periodo de tiempo (mayor de lo previsto) antes de comenzar a crecer hacia el objetivo de la Fed del 2%.
– No se puede descartar que la FED acuda al uso de las tasas de interés negativas para estimular la economía. Es un viejo recurso para aquellos países cuyos bancos centrales ya tienen las tasas de interés a corto plazo en cero o cerca de ese nivel y que necesitan una herramienta nueva para impulsar sus economías.
– Si las condiciones financieras se endurecen, la Fed podría no necesitar subir el precio del dinero de manera agresiva.
– Las tensiones en los mercados emergentes y en China podrían trasladarse a Estados Unidos. Ello implicaría una reducción de las exportaciones, una inflación estancada y un endurecimiento de las condiciones financieras por el tipo de cambio.
– En Europa el BCE podría incrementar el programa QE, pero dado el contexto actual y la coyuntura internacional, el impacto sería en el corto plazo, no lograría por sí sólo revertir la tendencia de los mercados.
Los activos refugio estrella siguen siendo el Bund (bono alemán a 10 años) y el oro. El primer marcando continuamente máximos históricos. El segundo siendo la materia prima que más se revaloriza en el año (un 12%), no en vano tiene una correlación negativa o inversa con el petróleo y con las Bolsas.
Así las cosas, seguimos sin cambios, la presión bajista se mantendrá aún, no habrá cambio de tendencia en el corto plazo, cualquier subida será un rebote o impulso al alza dentro de un contexto eminentemente bajista.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es