Jesús P. es un viejo conocido, seguidor al instante de la Bolsa y de sus circunstancias. «Lo que más me sorprende», me cuenta, «es la incredulidad de las principales gestoras de fondos nacionales y extranjeras respecto o a la caída a plomo de los índices bursátiles. Siempre hacen lo mismo, porque es su negocio. Pero en esta ocasión observo que, además de no tirar piedras a su tejado, dicen las cosas como las sienten, lo que indica que el oso cavernario ha abrazado a muchos. Abrazo mortal, en algunos casos. Las gestoras insistente en que no hay razones históricas para bajar, pero la Bolsa nos ha dejado en pelota picada, tiritando, ahorra que han bajado mucho las temperaturas». Jesus P. me envía el siguientedo enlace, como refrendo de su percepción de la realidad de los mercados: En un entorno como el actual, se antoja difícil ver mercados bajistas. No es imposible, pero sí muy raro. Históricamente, los mercados bajistas se han caracterizado por llegar en un entorno en el que se producía, al menos, una de estas situaciones: escenario de recesión económica, pico de las materias primas, ajuste agresivo de la política monetaria por parte de la Fed o valoraciones extremas (leer más). En el ciclo actual estamos muy lejos de tener que afrontar un entorno que contemple alguna de estas cuatro situaciones. Esto no quiere decir que es imposible que los mercados caigan, sino que –de hacerlo- sería la primera vez en la historia que sucedería. De los cuatro escenarios señalados, el que tendría más probabilidades sería que la autoridad monetaria ajustase su política monetaria de una manera más agresiva que la que anticipa el mercado. Por ahora, existe un importante gap entre las estimaciones de la evolución de los tipos de la Fed y las de los inversores (ver gráfico 1: fuente J.P.Morgan AM).
Según Lucía Gutiérrez-Mellado, subdirectora de Estrategia de J.P.Morgan AM para Iberia, el cierre de ese diferencial entre las estimaciones de la Reserva Federal y las expectativas de los inversores podría ser un factor desencadenante de volatilidad en los mercados. Pero en el actual escenario no parece lógico pensar en un entorno de política monetaria agresiva. «Es probable que con lo que está sucediendo en los mercados no se materialicen las cuatro subidas de tipos anticipadas por la autoridad monetaria»,afirma la experta. Otra de las cuestiones es saber cuál sería la respuesta de los mercados de renta variable en un periodo prolongado de subida de tipos. Un buen ejercicio en este sentido es analizar cuáles son las correlaciones entre rentabilidades semanales de la renta variable y las variaciones de los tipos de interés y la reacción del mercado cuando la Fed subió los tipos. En las cuatro últimas ocasiones de subidas de las tasas, el S&P 500 registró rentabilidades positivas (ver gráfico 2: fuente J.P.Morgan AM).
«Un año después a haber puesto fin a su política de relajación cuantitativa, la Fed se enfrenta ahora al inicio de su primer ciclo de ajuste monetario desde 2004 y comienzan a aflorar los primeros indicios de tensiones salariales. Y si los precios de la energía deberían acabar por estabilizarse en 2016, las previsiones de inflación comenzarían a invertirse, intensificando así las presiones sobre la Fed. Además, tanto en Europa como en Japón, los bancos centrales han empezado a mostrarse reacios a aumentar sus intervenciones. Pero al mismo tiempo, tras seis años de expansión, los indicadores de actividad manufacturera en EE.UU han pasado a terreno negativo e incluso el consumo de servicios comienza a debilitarse. En paralelo, China sigue ralentizándose. El choque entre el ciclo económico y el ciclo de tipos ya es una realidad. La ilusión monetaria toca a su fin y con unos bancos centrales cada vez más limitados en sus políticas de apoyo, 2016 anuncia el despertar de los mercados a las realidades económicas», asegura Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac.
Por el lado macro, las gestoras no ven riesgos importantes. Apuestan por un mantenimiento del crecimiento económico, que en el caso de Europa se podría acelerar, al pasar del 1,5% registrado en 2015 al 2% en 2016 ante los positivos efectos que pueda tener sobre su economía la política expansiva del BCE y la recuperación del consumo. Ni siquiera en China se encontraría en una situación especialmente delicada desde el punto de vista del crecimiento del PIB. El país está rebalanceando su modelo hacia una economía en la que el consumo tenga un mayor peso y esa transición tiene un impacto en el crecimiento, que en 2015 ha sido el menor desde 1990. De hecho, la mayoría creen que el desplome de la renta variable china, desencadenante de la tormenta que han vivido las bolsas desde la primera sesión de enero, no se debe a la incertidumbre sobre la evolución de su economía, sino a las prohibiciones a la venta de acciones y los adversos efectos que ha tenido el cortocircuito instalado por el país.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa