China buscó rebajar la carestía de las exportaciones mediante la depreciación del yuan dentro de un contexto en el que la demanda dejaba de crecer, así como el crecimiento económico (el más bajo en los últimos 20-25 años). El mensaje oficial hablaba de que el objetivo era ahilar el valor del yuan con lo que esperaba el mercado, pero la realidad es que la fuerte devaluación de la moneda produjo ventas masivas del yuan y de las divisas de los países que son socios comerciales.
Las reservas de divisas cayeron a niveles récord y algunas medidas fueron polémicas, como por ejemplo suspender las operaciones de divisas de ciertas entidades bancarias extranjeras en China.
Pero los inversores siguen pensando que la economía del gigante asiático está débil y que las autoridades por el momento no han dado con la tecla para afrontar el problema.
Los principales damnificados son aquellos países cuyas economías están muy supeditadas a las materias primas, y teniendo en cuenta que China es el primer importador a nivel mundial, una desaceleración de su economía implica que comprará menos, con lo que los vendedores de commodities lo acusarán.
Australia es de los más afectados, ya que China es su principal socio comercial (el 35% de sus exportaciones va a parar allí). Los países emergentes también se verán claramente lastrados, así como Latinoamérica. Asia, con excepción de Japón, también. Europa en sí no mucho, siendo en todo caso Alemania quien tiene algo más de exposición y España de los que menos.
Si bien es cierto que el tema de China no afecta directamente a la economía española (otra cosa diferente serían los mercados bursátiles, ya saben, todo está globalizado e interconectado), indirectamente hay un riesgo. En efecto, un petróleo demasiado barato es verdad que nos abarata nuestra factura, pero a la larga el riesgo de deflación es bastante elevado (todo ésto lo explico en el artículo que he escrito esta semana en La Razón).
En situación parecida está Estados Unidos, las exportaciones a China constituyen menos de 1% del PIB anual, pero la caída del crudo y la fortaleza del billete verde incrementa el riesgo de que la inflación no crezca y el objetivo de la FED del 2% se desvanezca.
Los mercados bursátiles acusan todo este entramado, perdieron hace unas semanas sus respectivas zonas niveladoras, activándose señales de debilidad bajista en Europa y en USA, pero abriremos esta semana con otra prueba de fuego, ya que los dos mercados más importantes de Europa y de USA (el futuro Eurostoxx y el futuro S&P500) llegaron el viernes a sus respectivos niveles de soporte de medio plazo…
Mientras, el dólar se fortalece frente a la libra esterlina por las últimas referencias macroeconómicas de Reino Unido y sobre todo porque sigue aumentando el número de partidarios de salir de la Unión Europea. Es precisamente frente a la libra esterlina, el dólar australiano, el dólar neozelandés, y las coronas suecas, danesas y noruegas donde el billete verde puede encontrarse más cómodo y fuerte. Respecto al euro, el BCE volvió a insistir en que no tienen pensado por el momento ampliar la cuantía económica del programa de compra masiva de activos (QE), de manera que este hecho ha logrado evitar que la divisa comunitaria se deprecie, pero sólo de momento.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es