Hay una expresión que se ha hecho famosa en los mercados en los últimos años y es la de que el actual mercado alcista es “el más odiado de la historia”. Quiere decir que a pesar de la fuerte subida que han presentado los mercados de valores en los últimos años, muchos inversores, condicionados por las últimas crisis financiera, siguen mostrándose descreídos y desconfiados. Ben Carlson de Weath Common Sense, habla de este hecho en su último artículo:
Estamos bien entrados en el séptimo año de recuperación económica y alzas en el mercado de valores. Aunque la expansión económica no ha sido tan fuerte como se preveía teniendo en cuenta que hemos sufrido la peor recesión desde la Gran Depresión, no se puede negar que las cosas están mucho mejor que durante el fatídico período de 2007-2009.
Pero a pesar de ello, muchos escépticos siguen creyendo que toda la recuperación es artificial. Mucho de esto tiene que ver con las cicatrices emocionales que muchas personas tienen por la crisis financiera. El último estudio de Allianz Global demuestra que la generación baby boom y la generación X, todavía se ven muy afectadas por estas crisis, cuyos efectos más relevantes son los siguientes:
– El tono de los medios de comunicación ha cambiado. Los medios no se van a quedar atrapados en una fase de exaltación en la próxima burbuja. Nadie quiere ser recordado por el indicador magazine en esta ocasión. Los medios de comunicación no anticiparon el crash pasado. Tengo la sensación que no se van a dejar engañar de nuevo, incluso si ahora dan múltiples avisos falsos de burbujas financieras. Ahora la mayoría de medios de comunicación son escépticos con esta subida. Todos quieren anticipar el próximo techo de mercado.
– Los inversores no quieren otro ciclo de auge y caída. Seguro que algunos “siempre bajistas” pueden pensar que estamos en un escenario de euforia de nuevo, pero es para defender su narrativa. No veo cómo se puede concluir que se ha olvidado por completo la anterior crisis financiera. Si fuera así, esta sería la primera burbuja forzada de la historia, ya que nadie quiere pasar tan pronto por lo mismo. No quiero decir que no puede suceder, pero me resulta difícil creer que los inversores vuelvan a la euforia en estos momentos.
– Las malas noticias todavía son más fáciles de creer. Hace un par de semanas escribí un artículo en el que mostraba como el mercado de acciones subía con el tiempo, por lo que si tu horizonte temporal es largo, las probabilidades de éxito mejoran drásticamente. 9 de cada 10 comentarios que recibí tenían un sesgo pesimista señalando que era poco probable que este movimiento alcista continuara. Aunque es una anécdota, sirve para ilustrar el sentimiento actual de pesimismo sobre la economía y los mercados a largo plazo. A la gente le cuesta creer en las buenas noticias. La mayoría de las personas asumen que el vaso está medio vacío.
– El echar la culpa a la Fed se ha convertido en un deporte profesional. Ha habido una contingencia creciente en la comunidad financiera de culpar a la Reserva Federal por cualquier movimiento que haga. Las decisiones de la Fed las toman como algo personal asumiendo que todos sus errores en los mercados han sido debidos exclusivamente a la política del organismo. No hay necesidad de buscar responsabilidades personales cuando la Fed es el perfecto chivo expiatorio.
– El número de inversores que creen que “el fin del mundo financiero” se acerca rápidamente es creciente. Obviamente habrá otras crisis en el futuro, pero parece como si los inversores asumieran que nos estamos dirigiendo hacia un enorme crash. Las burbujas punto com y la de los bienes raíces han condicionado a los inversores a esperar una nueva caída del sistema u otra Gran Recesión.
La conclusión de todos estos puntos es que nuestra visión del futuro está altamente condicionada por nuestras experiencias pasadas. Para algunos eso significa aprender de los errores y mejorar su proceso de toma de decisiones. Para otros muchos es aferrarse a esos miedos y abandonar el mercado a la espera del peor de los escenarios. Es probable que cuando estos “inversores miedosos” vuelvan al mercado sea el momento de esperar un crash.
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa