Posiblemente sea uno de los mayores errores en el que caen muchos inversores de bolsa.
Resulta bastante común observar como, ante una mala inversión, el propio inversor trata de justificarse a toda costa (incluso utilizando los argumentos más inverosímiles) de que su opción es la correcta, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra. Argumentos, que a la postre, acaban por auto-convencernos.
Si no saben de que les hablo, el máximo exponente de este auto-engaño lo representa la archiconocida frase: «Hasta que no venda, no he perdido nada». Existen numerosas variantes, pero todas se reducen a lo mismo.
En mi experiencia durante todos estos años, puedo deciros, que si algo he aprendido, es a saber que el precio de mis acciones o activos los marca el mercado y nadie más. El razonamiento es totalmente simplista, pero sin lugar a dudas el que mejor funciona acorde a la realidad desde el prisma personal en el que concibo los mercados.
Y nada asegura lo contrario, ni análisis técnico, ni análisis fundamental, ni las OPAS, ni los rumores, ni las bondades de la empresa, ni lo bien o mal gestionada que está. Todo esto son cavilaciones. En Bolsa, el precio lo marca el mercado, y esto se traduce al precio que alguien está dispuesto a pagar por tus acciones. Lo más llamativo es que ese alguien puede ser un analista técnico, un analista fundamental, un especulador, una máquina de trading automático, o incluso alguien como usted y yo… en definitiva cualquiera que ofrezca una determinada cantidad de dinero por el activo que tenemos en cartera.
Lo que intento transmitir, porque el día a día así lo predica, es que el resultado de la operativa en todo momento lo marca el mercado, no lo fija el panadero, el frutero o el especialista que habla en la radio que han dicho que tal o cual acción va a subir un porcentaje considerable, ni el analista fundamental que sale en los medios contando las maravillas de números de esta u otra empresa. El precio, valga la paradoja, lo marca el frutero, el panadero, o incluso el experto que habla en la radio, que pone la orden de compra, el analista independiente con su stop profit o las máquinas automáticas con una operativa establecida.
Si pierden un tanto por ciento de su posición inicial en un activo, no piensen que porque su razonamiento es el correcto van a dejar de ver los números rojos en su cuenta. Un claro ejemplo os lo propone vuestro propio banco a diario cuando actualiza el valor de vuestra cartera. Si cuando conformamos nuestra actual cartera, esta nos supuso un desembolso de 30.000 euros y a día de hoy el valor de la misma es de 28.000 euros, eso quiere decir que hemos perdido 2.000 euros. Y por si no queda claro, el verbo perder según establece la RAE: «Dejar de tener, o no hallar, aquello que poseía, sea por culpa o descuido del poseedor, sea por contingencia o desgracia».
Reflexionen, y traten de comprender los entresijos que propone el mercado. Si les queda algo de cordura al terminar, controlen su mente y no se dejen engañar por ustedes mismos.
Fuente: Fueradebolsa