Un reciente comentario del periodista Simon Caulkin sobre Buffett y su visión del empresario responsable (Financial Times, suplemento de Business Education, mayo de 2013) ilustra esos puntos de vistas.
La clave del éxito de una empresa –dice Buffett- es plantear como objetivo primordial al servicio al cliente; lo demás viene sólo.
Mirando hacia adentro de las empresas, otra clave del éxito es pensar siempre en el personal y en otros stakeholders; la empresa son todos, no solamente los accionistas ni, muchos menos, los gerentes.
La obsesión por bajar costos a toda costa, en miradas de corto plazo, muchas veces lleva como contrapartida la pérdida de competitividad que puede terminar en el fracaso de la empresa.
Buffett ha sido a menudo un campeón de la baja distribución de utilidades y la alta tasa de reinversión de las ganancias (ciertamente, a menudo para el mal humor de los accionistas).
El resultado es que un dólar invertido en cualquiera de las empresas de su holding en 1965, cincuenta años después vale 6.000 dólares. Haga la cuenta y saque conclusiones.
Los rendimientos de las empresas, piensa Buffett, no son solamente dividendos; una visión más amplia optimiza los resultados y fortalece los negocios a largo plazo; los cortos plazos, por definición, siempre terminan pronto.
Buffett piensa que él ha ganado tanto dinero porque a la larga el mercado recompensas bien lo que se hace bien; y él cree haber hecho bien lo que hizo.
Vale la pena recordar, que es el mismo Warren Buffett quien no hace mucho tiempo se manifestó indignado porque su secretaría paga una alícuota impositiva más alta que él.
Es un buen caso para el argumento que sostiene que empresarios que miran sus negocios con horizontes amplios pueden ser socialmente responsables, o más, que quienes sólo hablan de responsabilidad social o la reducen a un aspecto lateral de los negocios.
La responsabilidad social de los empresarios empieza por producir buenos productos, pagar impuestos, generar empleo y ocuparse del bienestar de los empleados. Y, desde luego, actuar como ciudadanos responsables –como cualquier ciudadano-. Pero esto último es otra historia.