La perfección o la rapidez de algunos profesionales puede convertirlos en incompetentes. Los primeros porque obsesionados por la calidad ralentizan el trabajo; mientras que los otros quieren terminar cuanto antes pero nunca rematan bien su tarea. Ambos pueden arruinarte la jornada laboral.
Incompetentes que pueden amargarte el día
Javier Martín de la Fuente, socio director de Persona, y Marta Romo, que tiene el mismo cargo en la consultora Be-Up, identifican a estos y otros incompetentes:
– El perfeccionista. Confunde el medio con el fin. Según Martín de la Fuente, “no sabe equilibrar tiempo, eficacia y resultados, y suele ser exigente y controlador”. Tiene una necesidad compulsiva de hacer las cosas atendiendo a los detalles y a la calidad. Romo asegura que “es incómodo porque trata de ilustrar y adoctrinar a los demás sobre cómo deberían hacerse las cosas. Señala los errores ajenos y cree que siempre tiene la razón”. Para tratar con él, aconseja “no llevar a lo personal sus críticas o juicios y escucharle porque, a veces, tiene cosas importantes que decir”.
-El ‘pasota’. No se toma en serio su trabajo, no valora el de los demás y “es un maestro en el arte de escabullirse entre la multitud o el grupo intentando no destacar”, advierte Romo. El socio de Persona recomienda también tener cuidado con su actitud: “Puede llegar a convertirse en el vago cuando su hastío se hace profundo”. Si algún pasota pulula a tu alrededor, Romo aconseja no tomarse en serio su comportamiento, “hacerle saber las consecuencias y el impacto que tiene su comportamiento”. Tómatelo con calma. El pasota es el que más desquicia; trabajar con él es difícil, pero no imposible.
–El ‘prisas’. Es la antítesis del perfeccionista. “Busca ser productivo con su rapidez, pero no suele lograrlo porque después hay que retocar su trabajo o corregirlo”, dice la socia directora de Be-Up. Puede pillarte desprevenido ya que suele estar muy orientado al objetivo, pero esa eficacia se diluye porque su mayor enemigo es el tiempo. “No tiene su cadena de prioridades ajustada y tampoco sus compromisos”, afirma Martín de la Fuente.
-El torpe. Es el inseguro del grupo. “Pone todos sus sentidos en hacer su tarea pero falla”. Así le define Martín de la Fuente, quien asegura que es un incompetente consciente: “Se combate con un ‘déjalo que ya lo hago yo’, lo que a la larga supone un grave perjuicio para el trabajo en equipo. Cambiará de actitud cuando encuentre su manera de corregirse. La labor de los compañeros es crucial”.
-El quejica. Le pone pegas a todo. Romo dice que es un passion killer, “porque asesina la pasión de su ambiente, contaminando todo con emociones negativas”. Si tienes alguno cerca ignora su lamento, es la mejor vía para no alimentar su actitud.