A pesar de tu determinación, nada ni nadie puede evitar que estés hecho un mar de dudas cuando decides abandonar tu empleo o empresa para ser tu propio jefe en una nueva vida profesional.
Nadie te podrá decir cuál es el momento adecuado. Lo más probable es que lo descubras tú mismo. Cuando el entorno hace imposible trabajar en lo que trabajabas, la alternativa es cambiar totalmente. Si has decidido actuar en vez de quejarte y tu decisión es abandonar ese empleo que no te hace feliz o la empresa en la que no ves apenas futuro, debes proceder con cabeza, porque la sola pasión no basta, aunque tu nuevo proyecto te ilusione de forma exagerada. Incluso si has detectado una necesidad clara y tienes talento y experiencia para solucionar el problema.
1.¿Sabes de verdad lo que estás haciendo? Ni se te ocurra empeñarte en aquello para lo que claramente no estás dotado. Tampoco te involucres en un negocio que no te gusta y del que no sabes nada, porque tarde o temprano serás incapaz de gestionarlo o impulsarlo. No cometas el error de empezar un proyecto o crear una start up sólo para descubrir que eso no te gusta o que no eres apto para lo más básico.
2.¿Vas a ir al lugar adecuado? Si todo lo que has hecho hasta ahora te ha conducido a cambiar el trabajo o la empresa que aborreces por el puesto ideal o la compañía en la que siempre has soñado trabajar, analiza antes que nada si la nueva actividad en la que te piensas ocupar te permitirá ser realmente tu propio jefe, es decir, si podrás ser tú mismo en tu nuevo trabajo y si te encontrarás a gusto siendo tú mismo.
Los cambios drásticos de rumbo profesional requieren a menudo desprenderse de la propia identidad que nos acompaña. Si la transformación se vive como una pérdida de esta identidad, que nos hace cuestionarnos nuestro propio sentido, aumentarán las reticencias a reinventarnos.
Piensa en la empresa que has decidido crear y en la que pasarás muchas horas de tu nueva vida. ¿Te enorgullece trabajar en ella? Has cambiado la queja y el lamento por el emprendimiento. No olvides pensar en algo como ser feliz en el trabajo.
3.¿Sabes realmente quién eres? Pregúntate además si has descubierto tus verdaderas fortalezas y trata de argumentar antes de lanzarte al cambio si ese nuevo trabajo (tu nuevo negocio) podrá ponerlas en valor. Debes estar seguro de que tu carrera profesional se desarrollará definitivamente. Está claro que serás quien manda en la start up que vas a crear, pero ten en cuenta que no es necesario que seas mejor que todos aquellos que te acompañarán en tu aventura. Siempre habrá quien tenga habilidades, valores y competencias en tu equipo. Lo sensato es coliderar, cada uno desde sus fortalezas.
4.¿Aguantarás el nuevo ritmo? Analiza si eres capaz de adaptar tus modelos de trabajo, propios de una organización tradicional las características propias de la mentalidad start up: expectativas claras, aceptación del error, agilidad, disrupción, gusto por lo desconocido, transparencia…
5.¿Eres creíble? Como creador de empresas debes pensar en ser creíble de cara a los inversores y también a quienes te sigan en tu proyecto (socios, empleados y clientes). Convencer a los primeros resulta determinante para plantearte abandonar tu actual trabajo. Debes enfocarte hacia aquello en lo que eres realmente bueno.
6.¿Conseguirás solucionar problemas? Debes estar seguro de que hay una necesidad que tú puedes satisfacer. Analiza si eres el único que puede hacerlo. Si fuera así, ya tienes un buen argumento para ponerte en marcha.
7.¿Has calculado bien tu mercado? Nunca escojas un mercado demasiado pequeño que te impida crecer. El proyecto en el que se fija el inversor ha de implicar un gran potencial de crecimiento; debe estar en condiciones de competir en un segmento grande, y en tres o cinco años debería multiplicarse por diez. Si no tienes competidores, eso significa que no hay mercado y por tanto no hay negocio.
8.¿Eres capaz de seguir tu instinto? No te preocupes si algunas de tus ideas parecen descabelladas. Lo importante es que tu visión esté acompañada de una gran capacidad para ejecutarlas. Sigue tu instinto. Tu inconformismo y rebeldía pueden resultar incómodas a otros. Pero esta diferencia con lo cotidiano, con lo de todos los días, es precisamente una señal del innovador que llevas dentro. Eres de los que no buscan las mismas soluciones que el resto. Sólo los que creen en su instinto son capaces de crear nuevas reglas, de anticiparse y solucionar los problemas del futuro.
9.¿Tienes potencial suficiente? Ten en cuenta que es necesario llevar a la práctica económica las ideas que tienes, y que éstas sean rentables. Comprueba que tu iniciativa tiene el potencial suficiente para transformarse en una gran compañía. Analiza antes de despegar que existe un espacio que tenga pocos competidores.
10.¿Has pensado con quién vas a trabajar? Quizá estés demasiado ocupado con tu idea, la forma de ejecutarla o conseguir dinero. Pero debes preguntarte si serás capaz de reunir a un buen equipo. Ahí está granm parte del éxito de tu nueva compañía. Y es un argumento determinante para los inversores que se acerquen a ella. Plantéate si serás capaz de contar con socios y profesionales que piensan de forma distinta y que revolucionen tu organización; si podrás aliarte con un equipo original que aporte respuestas diferentes, pero con capacidad para que se puedan realizar las ideas disruptivas. ¿Crees que la compañía que quieres crear ofrecerá suficientes oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional a sus empleados? Si la respuesta es “no”, tendrás problemas.
Entre los mandamientos de la mentalidad start up está saber contratar, pero también saber despedir, porque mantener el empuje y el espíritu de los primeros días depende en gran medida de la motivación de tus empleados.