Los anuncios ya han salido en los periódicos y en las televisiones. Una vez superado el período de publicidad, la OPV entra en el proceso de fijación del precio de las acciones y, posteriormente, en el de adjudicación por prorrateo.
Este consiste en una selección de los compradores y del número de acciones que le corresponde a cada uno, en el caso de que la demanda supere a la oferta.
1) Las empresas ya cotizadas
Cuando la empresa que realiza una OPV ya cotizaba con anterioridad en la Bolsa, existen varias modalidades a la hora de fijar el precio de las acciones. La mayoría de la veces se trata de la cotización media obtenida durante las últimas cinco sesiones antes de que se ejecute el proceso de colocación de la OPV. En otras ocasiones, se utiliza como referencia el precio medio ponderado obtenido durante una sola sesión, fijada siempre de antemano.
2) La adjudicación de las acciones
Dentro de una OPV, se suele dejar un porcentaje de las acciones que están en venta para el exterior. Es decir, para que puedan ser compradas por inversores extranjeros.
Además, es una costumbre habitual que también esté dirigida a los trabajadores de la empresa, que normalmente suelen contar con algún tipo de descuento en el precio.
Todos estos tramos de la OPV de acciones tienen que estar previamente establecidos e incluidos en el folleto informativo que ha de ser enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
3) Las sociedades que se estrenan
En el caso de las sociedades que se estrenan en la Bolsa, el precio de las acciones lo fija el oferente junto con la entidad que dirige la colocación. Estas establecen un precio máximo y otro mínimo, que siempre tienen un carácter más arbitrario que en las sociedades que ya cotizan en el mercado de valores.
Pese a que el interés de la empresa es conseguir vender sus acciones al precio más alto posible y que éste se mantenga una vez que finalice la OPV, no pueden marcar precios excesivamente altos de salida, ya que se arriesgan a que el mercado no se crea que realmente la compañía vale lo que se está marcando y que la operación de venta resulte un fracaso.
Por eso, se encargan de fijar un precio que sea alto, pero dentro de los límites de la realidad. En raras ocasiones, la entidad colocadora se ha visto obligada a revisar al alza el precio máximo establecido.