A menudo, el pequeño inversor sólo aprovecha los derechos económicos (dividendo o suscripción preferente) que le proporcionan sus acciones.
Mediante las asociaciones de inversores, los accionistas pueden agruparse con el fin de ejercer, de forma común, sus derechos políticos (voto, información e impugnación de acuerdos) ante las sociedades de las que también son dueños.
1) ¿Qué son las asociaciones de inversores?
Son agrupaciones de pequeños accionistas constituidas para defender los derechos de sus asociados. En España, este tipo de organizaciones suele crearse siempre que existe algún problema importante en la relación entre los inversores y la empresa.
Además, cualquier inversor de cualquier sociedad puede pertenecer a la Asociación para la Defensa del Accionista (ADA).
2) ¿Quién se beneficia de las asociaciones?
El pequeño accionista, aquél que sólo busca obtener la máxima rentabilidad de sus ahorros sin ser un experto en Bolsa, puede sacar provecho de todos los derechos de los que puede disfrutar como accionista, delegándolos en una asociación de inversores.
Esta velará por el cumplimiento también de los «derechos políticos», como el de voto o la impugnación de acuerdos, que normalmente no son aprovechados por el pequeño inversor.
3) ¿Existen diferentes tipos de asociaciones?
Las asociaciones de inversores pueden agrupar a accionistas de una misma compañía o a inversores que pertenecen a diferentes sociedades.
Las primeras suelen ser más efectivas en su cometido, ya que todos sus miembros comparten los mismos intereses.
En el caso de las asociaciones genéricas, su propia composición juega en contra pues, al agrupar a un conjunto heterogéneo de accionistas se diluye su capacidad para presionar a las empresas.
4) El «oído» del accionista
Las asociaciones cumplen también con una tarea fundamental para sus socios: la de asegurar que toda la información llega a cualquier accionista.
Una de sus misiones es la de canalizar las noticias y «traducirlas» para que puedan ser entendidas por todos.
La asociación debe poner el «oído» en la empresa, los organismos públicos o los intermediarios para poner contar a sus miembros con un lenguaje sencillo todo lo que ocurre.