Todo inversor espera obtener rentabilidad en bolsa. Nadie invierte en la Bolsa si no es para ganar dinero. Se trata de lograr la mayor rentabilidad posible por la inversión.
Este objetivo se consigue principalmente comprando acciones a un precio y vendiéndolas a otro más elevado.
La teoría resulta simple, aunque en la práctica se deben atender muchos factores a la hora de elegir el momento apropiado para comprar y vender.
1) El comportamiento de un valor
Una acción no tiene un precio fijado y objetivo, ya que en cada momento su valor depende del interés de los inversores.
Cuando un inversor compra títulos, hace una especie de apuesta: otros inversores pueden estar interesados en esas mismas acciones, y, como resultado de esa demanda, aumentará su precio y obtendrá una revalorización.
En el mercado de valores, la apuesta misma influye en gran medida en los resultados que se pueden obtener. A más compradores, mayor es el precio. … pero no arbitrario. Si muchos inversores apuestan por un determinado valor, éste experimentará una revalorización en su precio, simplemente porque un número determinado de personas pensó que así iba a ocurrir.
De esta manera, los inversores tienen en todo momento puesto el ojo en las operaciones que realicen los demás, para saber por qué valores se está apostando en el mercado. Aun así, la Bolsa se basa en algo más que en la vigilancia de las actuaciones del resto de los inversores. También incide en el precio de los valores la buena o mala gestión empresarial del valor.
Lógicamente, se busca a las empresas con mayores previsiones de ganancias y a las que mejor se sostienen dentro del mercado.
2) El beneficio obtenido
Si un inversor adquiere una acción a 6 euros y posteriormente procede a venderla a 9, el beneficio de esta operación será de 3 euros. Como no se suele comprar una única acción, sino un conjunto (un paquete de acciones), en el supuesto de que la adquisición haya sido de 100 títulos, el inversor habrá ganado 30 euros. A este cantidad, se le puede sumar los dividendos que reparta la compañía, por ejemplo, de 10 pesetas por cada acción. En este supuesto, esta persona hubiera obtenido de este operación 36 euros, el beneficio de la misma.