El inversor debe partir de una premisa antes de elegir el producto en el que quiere invertir sus ahorros: toda inversión implica, inevitablemente, un riesgo.
Siempre ha de tenerse presente que cuanto mayor sea la rentabilidad esperada, mayor será el riesgo que se esta asumiendo y por lo tanto mayor será la posibilidad de perder dinero.
1) Una inversión a medio y largo plazo
Todos los estudios que se han realizado han puesto de manifiesto que la rentabilidad de la renta variable ha sido superior que la de la renta fija para un horizonte temporal superior a 8 años.
Por el contrario las inversiones especulativas, que buscan grandes ganancias en poco tiempo, ha producido en muchas ocasiones serios contratiempos a los inversores.
2) Riesgos inherentes al mercado
El mayor o menor riesgo de la inversión en Bolsa dependerá de acción que se compre y será la denominada Beta del la acción la que cuantifica el riesgo.
El riesgo dependerá de varios factores: por ejemplo, un conflicto internacional o un escándalo político pueden pueden provocar caídas de la Bolsa, mientras que las épocas de estabilidad económica contribuyen a relajar la tensión de los inversores y reducir, por tanto, los riesgos de la inversión.
Ha de tenerse siempre presente que la inversión en los títulos que cotizan en bolsa tienen inherente un riesgo que es necesario asumir.