¿Cómo viene hoy el jefe? ¿De buen o mal humor? Por desgracia, este es el informe que muchos empleados esperan para enfrentarse al día que les aguarda.
Pero no es sólo cuestión de talante. El carácter, la formación, la experiencia y las expectativas laborales del directivo son piezas fundamentales que determinan su comportamiento con los miembros de su equipo. Fernando Marañón, autor de Defiéndete de tu jefe, dice que «para sobrellevar el día a día hay que aprender a usar escudos emocionales que te permitan realizar tu tarea sin que el trabajo se convierta en un calvario». Para Inmaculada Cerejido, directora del departamento clínico y de formación de Psya Asistencia y autora de Desmotivados=Improductivos, estos son algunos de los recursos que ayudan a sobrevivir a un mal jefe:
Identifícalo. No es lo mismo un perfil que otro. A cada uno le mueven cosas diferentes, y conviene saberlo. Para unos, lo importante es la manipulación; para otros, el estatus, el control o su propio ego. Cuanto más sepas de él, mejor podrás planificar tu trabajo.
No compitas con él. Algunos de estos profesionales son altamente peligrosos. Lo más sensato es facilitarles sus objetivos. El comportamiento de tu jefe no tiene nada que ver contigo; él está librando su propia batalla, e interponerse en su camino sería toda una temeridad.
Disfruta de lo que haces. Concéntrate en tu profesión y tus competencias. Trabaja con rigor y dentro de las reglas que son importantes para quien lidera.
No te frustres. No hay que perder el ánimo cuando tus esfuerzos pasan inadvertidos. Piensa que es sólo una cinta para correr, no es el campo. Cuando estés en otros empleos, tú estarás en muy buena forma.
Blíndate y confía en tus cualidades. Esto es sólo una etapa en tu vida profesional. Afróntalo como una fuente de entrenamiento en la que mejorarás tus habilidades sociales, aumentarás tus conocimientos y tu autoestima se verá reforzada en cada uno de los pequeños éxitos en esta difícil situación. Y recuerda: es un logro contemplar el comportamiento de otro sabiendo que responde a su historia, a sus miedos, a sus objetivos… No busques soluciones: no te corresponde a ti.
Personalidades para estar alerta
Prototipos de jefes hay muchos y que sean de una u otra forma también varía en función de la cultura de la organización. Según Cerejido hay cinco personalidades de jefe que últimamente abundan más en las organizaciones. Para aprender a trabajar con ellos es recomendable analizarlos en función de las tres conductas más importantes que determinan su forma de actuar: su capacidad para apoyar a sus colaboradores, el grado de control versus autonomía que ofrece y el nivel de aportación que permite a aquellos que trabajan con él.
1. El mentiroso. Miente a sus colaboradores para obtener de ellos lo que desea. No comparte toda la información. Cuando algo sale mal suele poner a otros como justificación.
A la hora de la verdad, nunca estará de tu parte. Encontrarás información que no conocías y, ante tus preguntas, sus respuestas serán incompletas o inciertas. Necesita saberlo todo de ti, pero nunca sabrás nada de lo que hace. No es posible ser autónomo porque te falta gran parte de la información.
2. El paternalista. Cuida de sus colaboradores como si se tratara de niños. No deja claro el para qué de lo que se hace, no permite retos, ni riesgos. Juzga a sus colaboradores desde lo personal y no como profesionales.
Experto en dar falso apoyo, pues suele tener muchas contrapartidas. Te hará sentir en deuda. Por otra parte, sólo se permiten aportaciones en la línea preestablecida y se rodea de personas que le dicen lo que quiere oír.
3. El práctico. Muy orientado al negocio. Lo primordial es el fin, lo medios no son importantes. Es frío y excesivamente profesional. Te pide un resultado, no le importa como lo consigas. Su lema es: «Búsquense la vida», «No me cuentes tus problemas».
Busca personas valientes, dispuestas a darlo todo, pero no se compromete con ellos. Si eres útil importas, si dejas de serlo no vales.
4. El presumido. Centrado en su imagen, en su estatus. Es narcisista, caprichoso y egoísta. Lo importante es él, sus proyectos, sus ideas… No puede ver a nadie, más allá de considerarlo por su capacidad de escucha. Nos apoyará para que seamos «orejas».
Es fuertemente controlador, te necesita a todas horas. Debes estar presente para prestarle atención. Pide colaboración, pero tus aportaciones siempre serán transformadas hasta que se conviertan en sus ideas. Acaba desgastando a los profesionales y rodeándose de personas que le hacen sentir importante.
5. El individualista . No cree en el trabajo en equipo. Su principal proyecto profesional es su propio éxito. Su equipo es un peaje para ello y no suele prestarle ninguna atención, excepto para solicitarle trabajo.
El control es una puerta para el poder que busca y lo ejerce casi de manera arbitraria. Aunque no la bloquea, no la valora, ni la solicita. Lo importante son sus aportaciones y atender a su equipo le parece una carga pesada.