La mayor parte del público cree que cuando la bolsa cae los inversores pierden su dinero. Sin embargo, hoy en día existen múltiples instrumentos con los que se puede ganar cuando la bolsa cae. Esto hace que las caídas de los mercados puedan resultar muy lucrativas para determinados perfiles inversores.
¿Cómo accede el pequeño inversor a esos instrumentos y para qué los utiliza son dos temas distintos?
Empezaremos explicando el para qué. Como se ha dicho, uno puede utilizar determinados instrumentos para lucrarse con una caída de un determinado mercado o simplemente, puede usar ese instrumento para bloquear la pérdida que esa caída producirá en su cartera.
Por tanto, tenemos dos objetivos básicos cuando usamos operaciones en corto: especular con la bajada del mercado en busca de beneficios o cubrir nuestra cartera de inversión de la pérdida de valor que le producirá esa caída. En lo que se refiere a la restricción actual de cortos, cabe destacar que la CNMV aclaró en uno de sus comunicados que este segundo caso de cobertura podría ser aceptado mediante posiciones cortas en índices que contuviesen los valores restringidos.
Podríamos decir que ello es prueba de que la intención no es la misma en un caso que en otro y que en el caso de coberturas, el inversor no persigue ganar dinero sino simplemente no perderlo.
Cómo se accede a esos instrumentos:
Como comentábamos, hoy en día existen múltiples instrumentos para ganar cuando la bolsa cae. Pero básicamente podemos resumirlos en dos grupos: las ventas a crédito y los derivados financieros.
Las ventas a crédito: Es el menos utilizado hoy en día pero el más tradicional. Se trata sencillamente de prestar títulos que los bancos custodian a un inversor particular mediante un sistema de crédito. El problema viene en ocasiones por la poca liquidez que determinados títulos tienen. Es decir, nadie quiere prestar los títulos que posee, y para hacer una cobertura de 2.350 títulos de Banco Santander, por poner un ejemplo, lo primero será ver si están disponibles ese número de títulos para ser prestados, cuanto me costará que nos los presten y si ese interés compensa el recorrido a la baja que preveo en ese mercado.
Por este mismo motivo, los costes así como el interés del propio sistema de crédito que los bancos ofrecen para prestar esos títulos, hace de esta opción una de las más cara y por ello menos transitadas actualmente.
Los derivados financieros: Aquí entramos en el “centro comercial” de los productos financieros. Desde los mercados regulados con sus respectivas cámaras de compensación hasta los mercados no regulados OTC con acuerdos bilaterales entre el `maket maker´ y el inversor, podremos encontrar una amplia gama de productos para realizar posiciones cortas.
Los más populares son las opciones, los futuros, los warrants, los CFDs y determinados fondos de inversión. Descartaremos de nuestra lista productos como las opciones y por extensión los warrants dada su naturaleza, multivariable y más compleja para el pequeño inversor.
Al inversor pequeño le resultará más atractivo el mercado de futuros y CFDs. Empecemos por los veteranos contratos futuros. Se trata de un acuerdo entre dos partes por el cual, para el caso de posiciones cortas, una pacta la venta de un determinado subyacente a la otra a un determinado precio y en un periodo de tiempo concreto. Para el ejemplo anterior, 2.350 títulos de Banco Santander, podría vender 24 contratos futuros sobre Banco Santander (100 títulos por contrato) a un precio pactado, por ejemplo de 8 € por título. Supongamos que dichos contratos vencen en 30 días. Si para entonces los títulos de Banco Santander están a 7 € el titulo, sencillamente, podré comprar 2.400 títulos de Santander a 7 € y entregarlos a la otra parte por los 8 € pactados de venta, o lo que en la práctica se hace, liquidar la diferencia de la operación mediante el pago a la parte correspondiente el diferencial del a operación.
La ventaja en los contratos futuros es que no necesito desembolsar el total de la cantidad en el momento del contrato ni necesariamente he de esperar al vencimiento para liquidar el contrato. Un inconveniente que cabría destacar aquí es que, puesto que los contratos se negocian de 100 en 100 títulos, no podría operar por 2.350 títulos, sino por 2.300 o 2.400, y por otro lado, que al no ser necesario desembolsar el total de la operación a la hora de negociarla, deberá ser descontado el tipo de interés de ese capital durante el tiempo que estuvo siendo negociado ese contrato.
Los jóvenes CFDs (Contratos por diferencia). Un mecanismo muy similar salvo que en este caso, no existe vencimiento y además puedo operar en relación 1 a 1. Es decir, puedo vender 2.350 CFDs sobre títulos de Banco Santander y recomprar dichos CFDs cuando este más bajo su precio, por lo que en la práctica, abre ganado la diferencia con esa caída de precio. Al igual que los contratos futuros, no necesitaría desembolsar el total del capital negociado a la hora de pactar en contrato. Podríamos decir que los CFDs son el derivado que mejor se adapta a la necesidad del pequeño inversor en este sentido.