Los que me lean con cierta asiduidad sabrán que me gusta referirme al componente sicológico que toda pauta chartista encierra, y que precisamente es lo que le concede al análisis gráfico la fuerza que pueda tener.
Y justo ahora que la generalidad de los índices mundiales vienen amagando la confirmación de una típica pauta indicadora de giro alcista (el hombro-cabeza-hombro invertido), quizá venga bien recordar las debilidades humanas que subyacen en dicha pauta, su desarrollo en el gráfico y cómo pueden aprovecharse en nuestra operativa.
Partimos de una premisa necesaria: la tendencia previa ha de ser bajista. Formaciones similares producidas en techos de mercado podrán catalogarse como triángulos, pero nunca serán una pauta de cabeza y hombros invertidos.
Dentro de esa tendencia bajista, se produce una pequeña onda al alza que acaba fracasando, reanudándose las bajadas. Los bajistas se reafirman y se sienten seguros de su control sobre el mercado. Aún no lo sabemos, pero ese pequeño giro contra tendencia constituirá en su momento el hombro izquierdo de la formación y tendrá su importancia en lo que yo llamo la prueba del nueve de la bondad de la pauta una vez confirmada.
En un momento posterior, y tras un tramo de nuevas caídas más o menos prolongado, el precio se vuelve a girar al alza, siendo esta onda de una mayor amplitud que la que antes mencionábamos. Seguimos sin saberlo, pero comienza a formarse la cabeza. Y evidentemente, esa cabeza ha de tener una longitud mayor a la de los hombros.
Esta reacción alcista encuentra un nivel de precios en el que hace una parada e inicia un nuevo retroceso. La parada se produce la mayor parte de las veces en un nivel de precios ligeramente inferior al de los máximos dejados por el hombro izquierdo. Esto hace que los bajistas vuelvan a abrir cortos, convencidos del reinicio de las caídas y estimulados en su creencia por la permanencia de una secuencia de máximos relativos decrecientes. Pueden verse ocasiones en las que el nivel de precios en el que se inicia este giro (nivel de parada de la reacción alcista) coincide con el máximo alcanzado por el hombro izquierdo (el Dow Jones y el S&P 500 se encontrarían ahora mismo en esa tesitura). En cualquier caso, esto también anima a la reapertura de posiciones cortas, toda vez que los operadores especulan con un precio que es incapaz de superar una zona de resistencia horizontal, lo que les hace convencerse de que nuevas caídas están por venir.
Tras ese nuevo máximo decreciente marcado, el precio inicia una onda a la baja, pero ésta se detiene mucho antes de lo que los cortos pensaban y se gira al alza nuevamente. Se ha formado el hombro derecho.
En ese momento, el analista técnico traza una línea que une los dos máximos relativos que hemos mencionado (los dos hombros). En la mayor parte de los casos, esa línea será suavemente bajista y en menos ocasiones conformará una línea recta. Personalmente, aunque hay quien los admite sin problemas, no me fío de los casos en que esas líneas tienen una inclinación alcista (hombro derecho más alto que el izquierdo), muy raros por lo demás. Esa línea que hemos trazado se denomina línea clavicular o neck line (en la medida de lo posible, prefiero no utilizar anglicismos).
Pues bien, el momento en el que el precio supera al alza esa línea clavicular coincide con la confirmación de la pauta de cabeza y hombros invertidos, momento en el que un chartista situaría la señal de compra. Los que abrieron cortos en el inicio del hombro derecho cierran sus posiciones al entender que su estrategia se ha mostrado equivocada, produciéndose un aumento en el volumen de contratación, lo que siempre hará más creíble toda la pauta.
Finalmente, la prueba del nueve de la bondad de la formación, o, lo que es lo mismo, un síntoma adicional que nos haga creernos que la vuelta al alza es un hecho, pasa por la superación por parte del precio de dos niveles concretos: el primero, el situado en el punto más alto del hombro derecho, lo que equivaldría al dibujo de un segundo impulso alcista o, si se prefiere, una estructura de máximos relativos crecientes; y el segundo, el situado en el máximo dejado por el hombro izquierdo, con lo que se anularía la secuencia de máximos relativos decrecientes propia de la tendencia bajista que imperaba en el mercado.
Comprar justo en la rotura de la línea clavicular o hacerlo con la superación de esos niveles que hemos marcado como sucesivas pruebas del nueve depende un poco de cada operador. No todos somos igual de exigentes con las señales que pedimos al mercado para tirarnos al barro de las compras. Hay también quien prefiere (y suele dar buenos resultados) esperar a un hipotético pull back (paso atrás) a la clavicular para comprar, aunque se corre el riesgo de que dicho retorno a la resistencia superada no acontezca, quedándonos fuera de todo el movimiento.
Antonomasia