Lista de las ventajas y desventajas de los fondos cotizados (ETFs) en comparación con los fondos convencionales, para así dilucidar cuál le puede resultar más interesante a cada tipo de inversor.
VENTAJAS de los ETFs
Los ETFs suelen tener menores gastos operativos que los fondos tradicionales (no hace falta pagar sueldos a analistas y demás), lo que se traduce en una menor comisión de gestión. Aunque la diferencia sea mínima (pongamos un 1%) no es para nada desdeñable, pues a largo plazo el interés compuesto convierte las “pequeñas diferencias” en “enormes diferencias”. Existen ETF que cobran comisiones de tan sólo el 0.10% anual.
Mientras que los fondos convencionales sólo pueden venderse al final de cada día, los ETFs funcionan igual que las acciones. Por tanto, se pueden comprar y vender a cualquier hora de mercado, admiten stop loss, nos podemos podemos poner cortos, e incluso algunos tienen opciones…
Algunos fondos exigen un capital mínimo para entrar: 2500 o incluso 5000 euros. Sin embargo, se puede comprar una sola acción de un ETF.
Los fondos necesitan mantener una reserva de dinero para liquidaciones, mientras que los ETF tienen poco o nada de dinero en liquidez, por lo que les es más fácil reflejar el comportamiento de su índice de referencia.
INCONVENIENTES de los ETFs
Cuando compras o vendes un ETF, estás pagando (implícitamente) la mitad del bid-ask spread, es decir, de la diferencia entre el precio que piden los que venden y el precio que dan los que compran. La diferencia quizás sea mínima en ETFs populares, pero puede ser muy considerable en determinados ETFs de mercados emergentes. Esta situación afecta negativamente a la posibilidad de negociar con ETFs a corto plazo.
Para comprar y vender un ETF necesitas pagar comisiones a tu broker (exactamente las mismas que pagarías comprando y vendiendo acciones normales), mientras que lo usual es que la compra y venta de fondos normales no implique ninguna comisión. Este hecho hace que resulte menos interesante invertir pequeños capitales en ETFs.
Los dividendos de los fondos suelen ser reinvertidos automáticamente, alternativa que no ofrecen los ETFs. Los ETFs te pagan el dinero y tú te tienes que ocupar de reinvertirlo, incurriendo en los costes de transacción que eso signifique.
Los ETFs no siguen a sus índices de referencia tan bien como los fondos. El precio de la participación de un fondo es siempre, por definición, su NAV (valor neto de los activos). Sin embargo, como los ETF están valorados por el mercado, su precio puede estar por encima o por debajo del NAV, por lo que pueden estar “caros” o “baratos”. En la práctica, la diferencia suele ser mínima porque enseguida aparecen agentes de arbitraje para sacarse la diferencia, pero puede no ser así en ETFs que tienen acciones poco líquidas, algo usual en mercados emergentes.
Para resumir, generalmente un ETF será más interesante que un fondo convencional sólo si se cumplen estas 2 condiciones:
A) El ETF cobra una menor comisión anual de gestión que los fondos convencionales del mismo tipo.
B) Se va a mantener el ETF por el tiempo suficiente para que el beneficio de esta menor comisión compense tanto la diferencia de compra-venta (spread) como las comisiones del broker.
Por lo tanto, para el que quiera realizar pequeñas inversiones, o le guste comprar y vender con asiduidad (por ejemplo, ir invirtiendo los ahorros de cada mes) es muy probable que los viejos fondos sigan siendo su mejor opción
Publicado por Laro