No hay un límite para las ganancias, las ventas y el aumento de la productividad que pueden generar las firmas de tecnología. Estas empresas no están sujetas a las fuerzas económicas comunes, como las tasas de interés. Las perspectivas de las tecnológicas son más importantes que sus ganancias.
Estos eran algunos de los principios que millones de inversionistas abrazaron cuando crearon la histórica alza de acciones de tecnología que empezó a fines de 1998. Los títulos más atractivos eran los de los pioneros de Internet, pero esos no fueron los únicos alentados por una fe generalizada de que había un nuevo grupo de reglas que se aplicaban a estos valores.
Y con las acciones se han derrumbado muchas de las creencias de los inversionistas acerca de las acciones tecnológicas. A continuación presentamos seis grandes mitos y las verdades difíciles de aceptar que escondían.
Mito número 1: Las tecnológicas pueden generar grandes avances en resultados, ventas y productividad durante muchos años.
Este es probablemente el mito dominante y el más influyente de todos los que gobernaron los títulos de tecnología, en parte porque parece muy difícil de desafiar. El crecimiento en las ventas y ganancias de las tecnológicas estaba dejando atrás al de las empresas de otros sectores. Pero este punto de vista no tomaba en cuenta que las acciones habían crecido tanto que su precio reflejaba «la perfección», dicen los escépticos. Cualquier paso en falso y las acciones se desplomarían.
Mito número 2: Las tecnológicas no están sujetas a las fuerzas económicas normales, como un alza de las tasas de interés.
Hasta fines de los 90, la tecnología era considerada un negocio cíclico, con sus ventas y ganancias subiendo y bajando con el resto de la economía. Pero a medida que la locura tecnológica se asentaba, uno de los argumentos a favor de las tecnológicas era que la demanda de sus productos era tan grande que seguiría creciendo más allá de los altibajos económicos.
Mito número 3: Los monopolios crean ventajas insuperables.
Supuestamente, algunas tecnológicas merecían valoraciones extraordinarias porque la naturaleza de sus productos creaba cuasi monopolios. El enorme número de usuarios del sistema operativo de Microsoft, por ejemplo, le daba una masa crítica de clientes con la que era difícil competir.
Uno de los problemas de este argumento es que el gobierno puede sospechar del poder monopólico. La demanda del departamento de Justicia de EE.UU. contra Microsoft ha ayudado a quitarle la mitad de su valor a las acciones de la firma.
Mito número 4: el crecimiento exponencial de Internet recién empieza y sólo puede acelerarse.
La demanda de productos y servicios de Internet, aunque sigue siendo firme, ha probado que no es infinita. Muchas puntocom asumieron que los inversionistas esperarían por años antes de exigir utilidades importantes. Pero los capitalistas están abandonando las empresas que invirtieron agresivamente para atraer clientes.
Mito número 5: las perspectivas son más importantes que las ganancias inmediatas.
Valorar las acciones tecnológicas según sus perspectivas hizo que algunos analistas se olvidaran de qué cosas podían cambiar, como la competencia.
Mito número 6: Esta vez, las cosas son diferentes.
Este es el mito fundamental al que sucumbió la gente. Y lo más atractivo es que tenía gran parte de verdad. Pocas veces una serie de hechos (Internet, la comunicación inalámbrica y la interconexión computacional) se convirtió en algo tan relevante tan rápidamente. Los analistas lo compararon con inventos revolucionarios, como el teléfono, la televisión y el auto. Pero ignoraron que hasta las firmas que son parte de una revolución deben enfrentar a las fuerzas del mercado.
Por E.S. Browning y Greg Ip
Redactores de The Wall Street Journal