Hemos oído muchas veces la expresión «el tiempo es oro». Es fácil establecer una primera relación entre tiempo y dinero. La mayoría de las personas alquilamos nuestro tiempo a cambio de un salario (o de una tarifa, en el caso de los autónomos), de manera que esas horas que dedicamos al trabajo remunerado y que quizás podríamos ocupar de otra manera, ya no nos pertenecen plenamente.
Otra manera de analizar esta equivalencia es pensar en elementos que, a cambio de un dinero, nos proporcionan tiempo para nosotros mismos: por ejemplo, una lavadora, un lavavajillas, un restaurante, o la comida precocinada (sin entrar a valorar las cualidades de la misma).
En definitiva, podríamos decir que con el dinero podemos, de alguna manera, comprar tiempo (aunque con la importante diferencia de que éste no es acumulable y, por lo tanto, deberíamos valorarlo más).
Muchas personas están pensando seriamente hasta qué punto vale la pena intercambiar tiempo por dinero. Tanto el downshifting (que se podría traducir como reducción de marchas) como el movimiento slow (lento) promueven reducir tensiones y estrés, simplificando nuestra vida y nuestras necesidades.
Desde este enfoque, se trata de que cada persona sea consciente del uso que hace de su tiempo, que es un recurso limitado, y disfrute de actividades como dar un paseo o una buena comida con unos amigos. No se trata de estar totalmente ociosos, sino de ser plenamente conscientes de lo que hacemos y decidir cómo empleamos nuestro tiempo.
Parte importante de estas corrientes culturales o estilos de vida es que, en la búsqueda del equilibrio entre ocio y trabajo, se valora más la disponibilidad de «tiempo para disfrutar», en detrimento de la opción «dinero para consumir». De hecho, estos movimientos surgen iniciados por «triunfadores» (según la visión clásica que existe en la sociedad capitalista), personas que tenían una carrera profesional importante y ganaban grandes sumas de dinero, pero que vivían continuamente estresados y dedicados enteramente al trabajo.
Además, es conveniente recordar una cuestión: la gente tiende a adaptar el nivel de gastos al de ingresos. De manera que muchos de estos profesionales tenían sueldos elevados, pero también un nivel de vida basado en la ostentación y el consumismo exagerado (y no por ello eran más felices). Resulta interesante reflexionar detenidamente sobre esta cuestión.
Fuente: Self Bank