Los planes de recompra de acciones son una de las maneras que tienen las empresas para crear valor para sus accionistas. Menos típica que el reparto de dividendos, pero que puede llegar a ser igualmente efectiva, además de ser más interesante para los accionistas a nivel fiscal.
En este tipo de programas es la propia empresa la que compra sus acciones en el mercado, buscando un doble efecto:
- Al dar órdenes de compra en el mercado, el precio de las acciones tenderá a subir por la presión de demanda.
- En muchas ocasiones, la empresa en sí reduce capital en la proporción de acciones propias que tenga en autocartera, por lo que el número de acciones disminuye.
Al haber menos acciones, el beneficio que logra la compañía se reparte entre menos títulos. Así pues, tocan a más parte del pastel. En esta misma línea, otra opción es, en vez de reducir capital, entregar a los accionistas las acciones que ha comprado.
Es una práctica muy habitual en el mundo corporativo. Se da con mayor frecuencia en Estados Unidos, pero también lo desarrollan empresas europeas e incluso españolas.
Muchas compañías optan por endeudarse para recaudar fondos y poder desarrollar estos programas de compra de activos. Pedir prestado para comprar acciones propias puede resultar interesante en un contexto de mercado como el actual, en el que los tipos de interés están en niveles muy bajos y, por tanto, los costes de financiación de las empresas se han reducido.
Cabe decir que en ocasiones la compra de acciones no tiene como objetivo remunerar al accionista, sino por ejemplo, entregarlas a los empleados de la empresa o como herramienta de pago cuando compran otra compañía.
Fuente: Self Bank